Letra pequeña

Javier Navas

No puedo prometer y prometo

LA carrera electoral, que siempre empieza antes de que se dispare la pistola, es una carrera para ver quién da más. Quién da más espectáculo, claro, porque hasta ocupar sillón no se puede dar otra cosa. Se promete todo lo que hace falta, todo lo que ni siquiera se nos había ocurrido que necesitáramos, hasta lo que no se necesita en absoluto. (Encontré el chiste en un tebeo de Astérix: "haremos un acueducto que cruzará el río." "Jefe... en esta aldea no tenemos río." "Bueno: pues haremos un río.") A fin de cuentas, prometer es fácil. Luego cuesta más cumplir, y cumplir sin decepcionar. ("Este año no tenemos presupuesto para las fiestas patronales, pero, ¿queréis verbenas?" "¡Sí, señor Alcalde! ¡Sí!" "Pues aquí tenéis: a ver venas." Se arremangó y enseñó los brazos.)

A veces hay un sobreentendido entre las partes: todos saben que es imposible lo que se anuncia, pero quedan el rito y algo de satisfacción. La candidata Magdalena Álvarez ha mejorado el juego, anuncia un proyecto que tiene que cuajar por narices: aplicar una partida económica para recuperar las playas de la provincia, partida que ya había sido prevista de todas formas. Además, con el inesperado temporal, que se ha merendado la mitad de la costa, se va a notar pronto y bien. Una apuesta infalible.

Convergencia Andaluza, donde se juntan casi todos los partidos que tienen la palabra "Andalucía" o derivadas en su nombre original (y son el ciento y la madre), ha declarado que vendrán tres consejerías a Málaga si es capaz de ejercer la suficiente presión en el Parlamento, que está en Sevilla. La gran coalición regional, grande por la cantidad de formaciones que componen la rebujina, no tanto por su presencia política, ha puesto en marcha una campaña electoral muy divertida, con simpáticos carteles y pegatinas por los suelos -más les vale que no sea un presagio- además de una página en internet llena de colorines y vídeos y música, pero no he podido ver el programa que ofrece porque la página siempre se está actualizando. Todavía no ha debido de parar el torrente de ideas.

La otra parte inevitable del ritual es quejarse de que los políticos engolosinaron con mucho y cumplieron con poco. Después de los ochocientos mil empleos y el referéndum de la OTAN perdimos la inocencia que nos quedaba. Pero no es malo que funcione así. Si van a cumplir la cuarta parte de lo prometido, mejor que prometan cincuenta a que prometan diez. Y una intención aireada que luego no llega a ninguna parte no ha de confundirse con una mentira. Un ardoroso error de cálculo, la ligereza en mitad del calentón del mitin, y luego el remojón de agua fría que nos devuelve a la realidad cruda antes de que se haya empezado a tostar. Disfrutemos de los días de jolgorio y de prósperos futuros. Como acababa el narrador de Bienvenido Mr. Marshall: "¿Quién no ha creído alguna vez en los Reyes Magos?"

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