Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Vive Calila
Como el que no quiere la cosa, el planeta Tierra, nuestro destartalado mundo, completa este mes otra orbita en torno al sol, o sea, que nos ha pasado otro año casi sin darnos cuenta. Porque, la verdad sea dicha, vivimos en un país (¿solo?) bastante agitado y muy distraído. Se asemeja mucho a un patio de vecinos en el que las señoras se pelean a voces porque una le tiende la ropa mojada, chorreando que diría, encima de la suya. También nuestra ciudad, como no podía ser de otra forma, es parte importante en la comedia humana del país. Nuestra Cenacheriland, como ingeniosamente ha bautizado a Málaga el avezado articulista Ignacio del Valle, vibra todo el año, pero llegando a su final, se convierte en un torbellino masificado donde las bombillas alcanzan su máximo esplendor. Teresa Porras, la concejala del voltio navideño, se supera y año tras año aparece más gente a contemplar la nueva iluminación con que se viste la ciudad en estas fechas..
El puente de la Constitución y la Inmaculada es el que abre la puerta a la Navidad. Es el camino que lleva a Belén, o a Noel para los no católicos y no tradicionales. Ya desde comienzos del mes de diciembre la agenda se llena de compromisos, muchos ciertamente agradables, pues dan pie a ver a algunos amigos que desaparecen el resto del año. Esta semana, anterior al comienzo del puente, se celebró la entrega de los premios Malagueños de Hoy 2025 en el Museo del Automóvil. Como todos los años tuve la satisfacción de encontrarme con viejos amigos y, sobre todo, pude celebrar el acierto de que uno de los reconocidos fuese mi admirado y querido amigo Salva Moreno Peralta. Si bien tengo que decir, porque si alguien lo sabe de buena tinta, ese soy yo, Salva es Malagueño de absolutamente todos los años, porque en el campo de la arquitectura y el urbanismo, las letras, las artes y, en fin, las Humanidades, Salva aporta a Málaga, año tras año, su sabiduría, erudición y excelencia. También he podido celebrar el nombramiento, como académica de honor de la Academia de Bellas Artes de San Telmo (¡Por fin), de la escultora, pintora, ceramista y polifacética artista, Elena Laverón. Y lo ha hecho de la mano de su presidenta la ilustrísima Rosario Camacho. Enhorabuena a las dos. Y no hay dos sin tres. El jueves tuve la enorme satisfacción de conocer el caso de la muerte de Caparrós en la brillante exposición del que fue su principal investigador, el inspector jefe, abogado y comunicador, Juan Antonio O’Donnell, respetado y admirado amigo.
Y como doy por supuesto que todos estamos igual ¡Qué más les puedo decir! Que viva la Navidad y viva el vino, que ya hemos atravesado el puente que lleva a Belén.
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