Ángel Valencia
Rijosos con poder
Mucho se ha escrito sobre el cine alemán de entre 1920 y 1933 como prefiguración del nazismo al presentar siniestros majaretas decididos a conquistar el mundo, manipuladores que logran la sumisión total de sus víctimas, monstruos y asesinos o sociedades en las que un inframundo de esclavos sirve a un mundo superior de seres perfectos, en un arco que va de El gabinete del Dr. Caligari en 1920 a El testamento del Dr. Mabuse en 1933 pasando por Metrópolis, Nosferatu, El Dr. Mabuse o M, el vampiro de Dusseldorf. Aunque a toro pasado es fácil interpretar a los sometidos a un poder absoluto como el pueblo alemán subyugado por el nazismo, los esclavos como los considerados racialmente infrahumanos y los majaras dispuestos a comerse el mundo con Hitler, parece que algo siniestro se estaba cociendo en la República de Weimar.
Quizás algún día las cinco entregas de la saga de Torrente sean estudiadas por algún ingenio dado a las interpretaciones como una prefiguración de los casos de corrupción babosa y casposa que se intentan tapar. Como afortunadamente, a diferencia de la Alemania de 1933, vivimos en una democracia y la saga puede seguir creciendo sin que la censura le ponga freno, el futuro investigador podrá completar sus interpretaciones con Torrente Presidente, cuyo estreno se anuncia para el próximo 13 de marzo.
Difícil lo tiene Santiago Segura para superar la grosera realidad con sus groserías de ficción. Difícil es competir con lo que han revelado las grabaciones de conversaciones entre los presuntos corruptos o las denuncias contra presuntos sobones rijosos, desde los que dicen “la Carlota se enrolla que te cagas” o “pues la que tú quieras: o Ariatna y Carlota, y a tomar por culo” a los denunciados por tuitear a una militante “no me esquives, que te quiero meter ficha”, porque “salía del baño que tenía en su despacho a medio vestir y no se subía la cremallera hasta que estaba cerca de tu cara (porque tú estabas sentada y él de pie)” y “te decía el buen culo que te hacía ese pantalón o te pedía que le enseñaras el escote”.
La diferencia a peor es que el mundo de Torrente es lumpen y facha, como el tipo del purito en la boca y la bandera franquista que manoseaba los pechos a las activistas de Femen, y este es de altos cargos socialistas.
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