El prisma

Javier / Gómez

La realidad palpable de los veranos

FRUTO de las inversiones de los últimos años la mejora de la calidad de las aguas en la Costa del Sol es palpable", decía el martes la Consejería de Medio Ambiente. Y tanto que es palpable. El fin de semana no me metí en el agua en una playa de Rincón de la Victoria, uno de esos municipios en los que el saneamiento funciona en teoría estupendamente, para no palpar unos cuantos OFLIS (Objetos Flotantes Lamentablemente Identificados).

¿De dónde vienen los OFLIS? Nadie parece saberlo. Aunque la explicación oficial es que salen de Nerja, el gran agujero negro de la depuración de aguas residuales de la provincia, esa teoría no convence a nadie. Cuesta imaginar que decenas, centenares, miles de OFLIS, puedan recorrer cada día más de cien kilómetros a la deriva, arruinando el baño de turistas y de autóctonos, que también sufrimos, carajo. Hay quien mantiene la teoría conspirativa, que se ha invertido la décima parte de lo prometido y que la empresa autonómica encargada de velar por la correcta gestión de las depuradoras hace inspecciones a la carta: todos los análisis para las instalaciones gestionadas por el PP y vista gorda, miope, para las socialistas.

Otro de los grandes misterios del litoral malagueño, como apuntaba Esperanza Oña, es el destino de los 240 millones de euros que la Junta debería haber gastado desde 2007 para acabar con los vertidos de aguas residuales al mar. Los datos parlamentarios invitan a pensar que se ha invertido una ridiculez, que el saneamiento, como las obras de abastecimiento y regadíos, también ha sido víctima del desastroso traspaso de las competencias hidráulicas al Gobierno andaluz. Cinco años después aún no sabe qué hacer con sus aguas mayores y menores. El sentido común, y el de la vista, obligan a plantearse qué demonios se ha hecho tan rematadamente mal para que en el año 2010 sigamos hablando del mismo asunto escatológico. Respondía a Oña el secretario provincial del PSOE, Miguel Ángel Heredia, acusándola de irresponsable y de perjudicar al sector turístico con sus declaraciones, como si el daño no lo hicieran las boñigas flotantes. Lo irresponsable no es denunciar un problema, sino negar la realidad. Pero puede que algunos políticos estén tan acostumbrados a nadar entre la mierda que ya ni siquiera la vean.

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