Suelo y vivienda

Mesa 8

21 de enero 2025 - 03:06

Me despierto esta mañana con la noticia de que, según un estudio de la Cámara de Comercio de Barcelona, la construcción de viviendas en la capital condal ha caído un 66% en los últimos veinte años. ¡Ese debe ser el intervencionismo, señora! Que diría el economista liberal, profesor Rodríguez Braun.

No se puede hablar del problema de la escasez de viviendas sin hablar de la problemática del suelo. No hace falta ser un gran urbanista para ver que hace falta suelo urbanizable y urbano para aumentar la oferta de vivienda y, sobre todo, la vivienda asequible a las rentas bajas. En principio, resumiendo, podemos decir que hay dos perspectivas políticas ante la gestión del suelo. Una es la propuesta por el liberalismo económico, cuyo ejemplo lo tenemos en la Ley de Suelo de Aznar de 1998, que convirtió en urbanizable todo el suelo que no fuese protegido. Una barbaridad que no hizo más daño porque las competencias de ordenación de dichos suelos estaban en manos de las autonomías. El otro modelo es el intervencionista, promovido por las izquierdas. El mejor ejemplo que podemos poner es el Plan de Ordenación Territorial de Andalucía de 2006. Paralizó la oferta de tal forma que aún hoy estamos sufriendo el déficit de viviendas que provocó. Aparte, no podemos dejar en el tintero, la crisis financiera que hubo por medio, el abandono de la promoción de VPO por parte de los agentes privados y la, siempre terrible en España, burocracia.

Partimos de la base de que el suelo nunca puede considerarse un bien puramente económico, aunque tenga la característica de ser escaso y de usos alternativos, ya que forma parte de la esencia del ser humano. Desde la más remota antigüedad, su posesión ha originado guerras, se mata y se muere por él, en él reposan los restos de nuestros antepasados, muchos suelos tienen el estigma de sagrados y otros son simplemente más ricos o más pobres que otros, lo que provoca el deseo de conquista. Pero, además y ya desde un punto de vista meramente urbanístico, el suelo es un recurso esencial que requiere una gestión cuidadosa y planificada. Solo mediante una visión sostenible y equilibrada se podrá garantizar que las ciudades del futuro sean espacios habitables, resilientes y respetuosos con el medio ambiente. Por tanto, la versión liberalista queda automáticamente fuera de la razón, como también la intervencionista, causa de la terrible burocracia. Ninguna nos da la solución adecuada. Hablemos de nuestra Málaga capital, donde el problema está en que la demanda triplica a la oferta que, por otra parte, viene acompañada de unos precios desorbitados.

Uno de los principales desafíos a los que se enfrenta el sector inmobiliario para atender la demanda es la escasez de suelo finalista. El alcalde se ha dejado caer con hacer un nuevo Plan General para crear más suelo urbanizable. Eso implica muchos años, alcalde, cuando hay pendiente de aprobación planes parciales atascados por la dichosa burocracia y la dispersión de competencias. La autorización medioambiental o la de cultura (de la Junta) suelen tardar más de 2 años y una licencia de obra (Ayuntamiento) se acerca al año y medio. Un plan parcial puede llegar a los 6 o 7 años, incluso a la década. Y, además, hay que promover VPO en venta y alquiler, para lo que la mejor medida es poner a funcionar la promoción pública. Solución hay (que querer).

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