Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
En el rifirrafe de la corrupción política, en este tú más en el que se ha convertido la política española. En este pugilato que estamos sumidos entre Koldo, Cerdán y Ábalos en contra de Montoro, inopinadamente, llega la caída de Noelia Nuñez, una política millenial, una de las figuras emergentes de PP. La razón: el exhibir en su CV hasta tres títulos universitarios que no poseía, que hasta le permitían ser profesora de Ciencia Política en una universidad privada. La trayectoria política de esta joven política era fulgurante: vicesecretaria nacional del partido, diputada en el Congreso, candidata a la alcaldía en Fuenlabrada, intervenciones en programas de televisión y miles de seguidores en las redes sociales. Ha dimitido de todos sus cargos.
Es evidente que ni Feijóo, ni Ayuso han podido salvarla. Si Noelia Nuñez ha falseado su CV y en este punto de oposición centrada alrededor de la corrupción política del gobierno de Sanchez, oscurecida por el reciente caso de Montoro, parecía más necesario que nunca mostrar con vigor una buena dosis de ética y ejemplaridad públicas en alguno de los dirigentes del partido que han cometido algún error.
Es evidente, que no es necesario una carrera universitaria –aunque la formación universitaria puede ser útil y, a veces, necesaria para el desempeño de una carrera política–. El problema aquí, obviamente, es el de la relación entre mentira y la política. Como sostenía Hanna Arendt, la mentira política no es sólo una falsedad, sino una manipulación del discurso público que busca ocultar la realidad, controlar la opinión y debilitar el juicio de los ciudadanos.
En otro orden de cosas, en la transición la clase política española estaba formada por hombres y mujeres que tenían una vida profesional previa y, a partir de ahí, se dedicaron a la política unos años o convirtieron la política en su profesión. Sin embargo, la profesionalización de la política española que se produjo desde la consolidación de la democracia, por un lado, permitió un acceso más democrático y abierto a la clase política pero, por otro, hizo que esa profesionalización se vinculara a los partidos desde muy jóvenes. Así, las nuevas élites políticas sólo conocieron la vida de los partidos, las luchas internas, las lealtades y los cargos y fuera raro que tuvieran alguna experiencia laboral fuera de los partidos.
Hoy, claro, tenemos también los argumentarios y las redes sociales. Es evidente, que hoy lo característico son trayectorias políticas más líquidas –por utilizar el término de Bauman-. Ahora parece que es importante, la imagen, el argumentario, el buen uso de las redes sociales y la popularidad que te puedan granjear los medios. Noelia Nuñez lo sabe muy bien y al parecer a aceptado ser colaboradora de un programa de televisión...apenas un día después de dimitir. Ya se matriculará más adelante en la universidad.
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