Valoremos la democracia

01 de diciembre 2025 - 03:08

Se atribuye a Churchill una frase un tanto cruel sobre la democracia liberal que tanto defendió a lo largo de toda su vida. Aquella en la que sostiene que el mejor argumento contra la misma es una conversación de cinco minutos con el votante promedio. Y no le faltaría razón teniendo en cuenta lo que escuchamos en algunas ocasiones –cada vez más, por cierto– de personas que suponíamos medianamente sensatas. En estos tumultuosos días de polarización social, los que hacían bandera del “Prohibido prohibir” ahora quieren prohibir todo lo que no les gusta a la vez que surgen nostálgicos de la fábula de un autoritarismo bondadoso que en España se identifica con el franquismo amén de una pléyade de novólatras de las tecnologías que, arracimados en lo que autodenominan Ilustración oscura, abogan por convertir la sociedad en una corporación económica dirigida por un CEO que maximice el beneficio junto a los que nos quieren vender la idea de que no son necesarias las libertades individuales si a cambio, disfrutamos de progreso económico. El viejo pancismo hispano, pero escrito en ideogramas chinos. Por enemigos no va a ser.

No podemos obviar que la democracia está afrontando evidentes peligros en todo Occidente y que, más que preocuparnos, debemos ocuparnos de ello. Se palpa un claro desencanto en diversas capas sociales, muy especialmente entre los jóvenes, que no la perciben como el sistema transparente y fluido que plasma las aspiraciones de los ciudadanos, permite alcanzar sus anhelos y vela por sus intereses. De un tiempo a esta parte, el valor político de la representación se ha diluido y ha hecho que se desmorone la confianza en una clase política que más que servir a la ciudadanía parece querer medrar para servirse de ella. La democracia se basa en un principio tan sencillo como es el autogobierno colectivo, sea directamente, algo imposible en nuestros días, o mediante representantes elegidos por sufragio universal, libre, directo y secreto. Pero es claro que los intereses de quienes nos representan han de ser comunes a los de la ciudadanía. En caso contrario, la demagogia y el populismo encuentran el terreno más que abonado.

Quien crea que va a vivir mejor en cualquier otro sistema que en una democracia es, sin duda, porque no ha sufrido las consecuencias de sobrevivir bajo una dictadura o un régimen autoritario. Por eso, es conveniente cerrar esta columna con quien la abrimos y recordar que también sir Winston afirmó que la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás.

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