La zanahoria y el palo

De paso se buscan apoyos lamentándose del suicidio de un terrorista, para vergüenza de los españoles

En el siglo XIX el filósofo inglés Jeremy Bentham narraba la parábola del burro, el palo y la zanahoria para tratar de explicar cómo "toda acción humana es impulsada tratando de evitar el dolor y conseguir el placer". Hoy día parece que nuestros gobernantes tratan de aplicar la misma teoría a cada partido, con el fin de subyugarlos a sus deseos. El problema es que todos se acaben rebelando y el plan sea un completo fracaso.

Los últimos movimientos de imputar en el caso Kitchen a la antigua cúpula del PP están haciendo estragos en el partido actual. Es evidente que la capacidad para esconder el problema no es la misma que la del PSOE con los EREs, y por eso les pasa una factura tan grande. Pero además la insistencia en traicionarse unos a otros en la derecha ha sido siempre su talón de Aquiles, y ahora muchos sentirán el abandono por parte de los jóvenes a los que impulsaron en el pasado. Mientras tanto, el presidente les pide el apoyo a unos presupuestos que nadie conoce, mientras publica los WhatsApp privados. Esta claro que esta manera de volver loca a la oposición empieza a ser su estilo característico.

Pero esto no solo afecta al principal contrincante, porque los socios de gobierno están empezando a sufrir la misma técnica en sus carnes. Los contratos de su sede y el caso Dina son la nueva forma de presión sobre Podemos, junto a los coqueteos presupuestarios con Ciudadanos, algo que empieza a hartar a todos los situados a la izquierda del socialismo, menos mal que Pablo Iglesias sí que entiende de subterfugios y estrategias, y supo rápidamente sacar a la luz sus conflictos y conversaciones privadas, para que sepan que él también puede rebelar secretos cuando hace falta.

Y por último, la situación de Ciudadanos y los independentistas no deja de ser paradójica. Los días impares se opta por unos y los pares por otros; hay momentos en que se les acaricia el lomo a los primeros recordándoles la importancia de sus diez diputados, y otros se convoca la mesa de diálogo para regocijo del supremacismo. Y de paso se buscan apoyos lamentándose del suicidio de un terrorista, para vergüenza de los españoles y especialmente de las víctimas. Curiosamente en todo este proceder, el único que aun sale vivo es Vox. Probablemente la moción de censura planteada haya dejado a los estrategas socialistas fuera de juego, y no sepan ni que palo ni que zanahoria usar en estos casos.

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