Los primeros Presupuestos Generales del Estado que buscan específicamente combatir los daños causados por la pandemia contemplan una inversión provincializada de 395 millones de euros para Málaga, la tercera en importancia en Andalucía y casi el doble de la asignación del año pasado. Desde ese punto de vista se trata de una buena noticia si las cifras prometidas, finalmente, se ejecutan, lo que rara vez suele suceder y el grado de cumplimiento de los objetivos que suelen anunciar los gobiernos quedan luego lejos de la realidad. Aunque el volumen de inversión representa apenas un 40% de aquellos años de bonanza de la primera década de este siglo, con el nuevo aeropuerto como principal infraestructura. Si descendemos a las partidas previstas para 2022, el 60% del dinero servirá para financiar la conexión ente Algeciras y Bobadilla, dentro del llamado corredor ferroviario del Mediterráneo. Una actuación estratégica no solo nacional sino europea para distribuir el tráfico de mercancías y de pasajeros. El interior de la provincia, en especial las comarcas de Antequera y Ronda, saldrán muy beneficiadas con este proyecto. Pero hay que recordar, una vez más, que el trazado aprobado por Europa, a propuesta en su día del propio Gobierno central, sortea el Mediterráneo. Desde Almería busca el enlace, a través de Antequera, con Algeciras y Sevilla y evita continuar por el resto del litoral hasta su destino, con grave perjuicio para la Axarquía. También para la Costa occidental porque los Presupuestos también revelan que para el Ejecutivo de Pedro Sánchez, como antes sucediera en la etapa de Rajoy, la alternativa del tren litoral a Marbella y Estepona no figura entre sus prioridades. Los 100.000 euros que le asigna por segundo año consecutivo resume la nula voluntad de afrontar un proyecto que cuesta más de 4.000 millones. Sin el maná europeo la justa aspiración se convierte en quimera. Por lo demás, las cuentas del Estado hace años que transitan por Málaga con más pena que gloria. Sin resolver algunas demandas pendientes desde hace décadas y sin impulsar nuevas iniciativas que generen ilusión.