Llévame a la Luna

Llévame a la Luna / rosell

Una boda del siglo XXI es una suerte de empresa, con su plan de negocio, balance y cuenta de resultados. La cosa es seria. En España, el coste medio de una boda es superior a los 20.000 euros. Hay que afinar bien para que salgan los números. Reservar el espacio de la celebración es el primer paso; después, la iglesia o el ayuntamiento; a continuación, el viaje de bodas. Si el destino es muy lejano, bien. Si es exótico, mejor. Si fuiste a Canarias en viaje de novios, es que estás en la tercera edad. Maldivas, Dubai, Sri Lanka, Vietnam… son destinos habituales, da igual el presupuesto del que se disponga.

La realidad es que nuestro planeta se está quedando pequeño. Hoy podemos disfrutar, sentados frente al plasma, de documentales de muy alta calidad de todos los rincones del mundo. Es necesario encontrar destinos más originales. ¿Por qué no un viaje suborbital? O más exótico aún: ¿la Luna, Marte? Dicen que no estamos lejos de ello. De hecho, el turismo espacial es un nicho de mercado por desarrollar y explotar, aunque, eso sí, no está al alcance de todos. Y esa es la cuestión. El lujo se desplaza a medida que lo alcanzan las masas. El turismo actual ha dejado de serlo. Se buscan productos muy exclusivos.

Desde principios de este siglo se desarrolla una carrera, no exenta de altibajos, por llevar turistas al espacio con fines de entretenimiento, idea que ha cautivado a unos pocos, singularmente magnates de la industria tecnológica. Esta incipiente y original industria ha atraído inversiones de miles de millones de dólares y alcanzará cifras multimillonarias en la próxima década.

Los tres grandes actores de este arriesgado negocio son Space X (Elon Musk, cómo no, casi omnipresente), Blue Origin (Jeff Bezos, Amazon, tampoco ninguna sorpresa) y Galactic (Richard Branson, ¿recuerdan sus discos Virgin?). Si ordenamos las iniciativas por altura, tenemos muchas startups centradas en el denominado espacio cercano (30/40 km), como la española Zero2Infinity o la francesa Zephalto. ¿Su medio de transporte? Sofisticados y elegantes globos aerostáticos. Branson apunta a vuelos suborbitales (90 km), la compañía de Bezos se centra en colonias espaciales y vuelos en órbitas altas (300/400 km), mientras que Space X cubre estas órbitas y apunta más alto: nuestro satélite e incluso Marte.

Galactic fue la primera en poner a la venta billetes para viajar y en realizar un vuelo orbital. En 2008, el precio de un viaje de 90 minutos era de 250 mil dólares, cifra que aumentó a 450 en 2022. En agosto de 2023 ha realizado su primer vuelo comercial, llevando 6 personas a bordo, entre ellas una madre con su hija. La sensación debería ser poderosa pues declararon al término del vuelo que, si fueron capaces de hacer aquello, sería capaces de todo. El éxito hizo que las ventas se dispararan con 100 nuevas reservas que se sumaron a las 600 que ya tenían. A pesar de ello y sin razones aparentes, Branson ha declarado a finales de 2023 que no metería un euro más en la empresa.

Los otros dos proyectos importantes, Space X y Blue Origin han desarrollado lanzaderas reutilizables que están operativas y que reducen considerablemente los costes de cada misión. La compañía de Bezos se ha dado un año de reflexión tras un accidente en 2022, pero vuelve a la carga, aunque a bastante distancia de Space X, que lidera con holgura al resto en número de vuelos y contratos. Si bien ambos colaboran con la NASA, Space X ha logrado la consideración de socio preferente para llevar de nuevo a seres humanos a la Luna, probablemente el próximo destino de la Humanidad al espacio exterior. El siguiente, sin duda, será Marte, obsesión del Sr. Musk desde hace años.

Aunque se disponga de ahorros suficientes, viajar en una cápsula espacial no será sencillo. Para aquellos que padecen claustrofobia, la compañía Above Space apuesta por tener en tan sólo 5 años hoteles de lujo en forma de anillos. Uno de 28 personas “con encanto” y otro para 400. En órbita y con extras, como espacios con gravedad cero, restaurantes de comida “espacial” o baloncesto con sugestivos saltos en microgravedad.

Ahora que están tan de moda las “experiencias”, estas iniciativas se llevarán la palma. Eso sí, no están exentas de riesgos. Experimentar fuerzas de 6G es equivalente a soportar el peso de 6 personas encima, sin olvidar las generosas dosis de radiación con efectos desconocidos y ataque de vómitos, claro, esporádicos pero inevitables.

Según la Space Foundation, a noviembre de 2023 sólo habían viajado al espacio - entendido como más allá de los 80 km – 676 personas, 69 de ellas del sector privado. Ni riesgos ni precios favorecen el despliegue de este elitista modo de hacer turismo. ¿Se abaratará? En 2011, Denis Tito pagó 20 millones de dólares por ir a la Estación Espacial Internacional, más caro que ahora, tal como sucedió en los albores de los vuelos comerciales actuales. Puede que algún día, quizá cercano, los novios que planifican su boda puedan rememorar a Sinatra: “Llévame a la Luna”.

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