La Navidad ilumina la existencia humana y juzga nuestro vivir cristiano personal y eclesial. Por ello, la celebración del nacimiento del Salvador del mundo es un aldabonazo para las conciencias y para la mente. Las fiestas navideñas nos invitan a cambiar el modo de vida; a renovar los valores perennes, dejando lo caduco y temporal

El materialismo y el secularismo, reinantes en nuestra sociedad pagana, han escondido el significado de la Navidad y representan el peligro más grande para la vida cristiana y, también, para la cultura, sobre todo entre la generación joven.

Si de veras queremos ser más humanos, es necesario abandonar el hedonismo imperante y redescubrir el significado de la Navidad, volver a vivir el amor de Cristo y acoger su Palabra salvadora.

La Navidad esclarece lo verdadero y plenamente humano, que se transforma en cristiano, devolviendo la dignidad de hijo de Dios a la persona humana, tan maltratada en muchos aspectos. Para quienes desprecian la vida humana, eliminan vidas inocentes, trafican con personas, promueven guerras, o buscan la ganancia a cualquier precio, el ser humano no tiene valor. Pero a los ojos de Dios, toda vida humana, incluso la no-nacida o la que se encuentra en estado terminal, es una persona a quien amar y cuidar. La Navidad debe hacernos salir del letargo vacío y del hastío infecundo, para revitalizar nuestro ser. Solo acogiendo a Jesucristo podemos obtener la plenitud de vida humana y la felicidad verdadera, porque Él transfigura y rehace la imagen del hombre viejo que hay en nosotros, fruto del pecado.

El Nacimiento de Jesús en Belén es la presencia del Amor de Dios en el mundo, único modo para alcanzar la felicidad y la plenitud del ser humano. El papa Pablo VI nos recordaba que: “El Evangelio conoce y denuncia, compadece y cura las miserias humanas (...). El Evangelio es luz, novedad, energía, renacimiento, salvación” (Ecclesiam suam, 24).

Redescubramos la Navidad, para que ilumine vuestro corazón, nos haga apreciar el verdadero valor de la vida humana y nos llene el corazón de alegría y de paz. ¡Feliz Navidad a todos!