Tribuna

Javier González-Cotta

Tsahal, de la Biblia a TikTok

A diferencia de nosotros, la mayoría de los israelíes no recibe imágenes en sus informativos de la sepultura de guijarro y muertos civiles que es hoy Gaza

Tsahal, de la Biblia a TikTok

Tsahal, de la Biblia a TikTok / rosell

Tal vez no haya habido un estreno más inoportuno, en pleno horror de Gaza, que el de Golda, la endeble película de Guy Nattiv sobre Golda Meir (la primera ministra más carismática del estado de Israel junto a Ben Gurion). Interpretada, eso sí, por la soberbia Helen Mirren, en la cinta no podía soslayarse uno de los momentos más dramáticos para el por entonces invencible Ejército de Israel (Tsahal). La guerra del Yom Kippur (Día del Perdón) de 1973 puso en jaque a la poderosa y venerada institución militar dentro del país de la seguridad y la paranoia (a veces justificada). Israel, cercado por Egipto y Siria, se salvó del colapso con ayuda de Estados Unidos (igual que los contingentes árabes recibieron asistencia soviética). La película Kippur de Amos Gitai y la serie de HBO Valle de lágrimas recrean mucho más fielmente el miedo a la extinción que embargó a Israel en 1973.

Pierre Razoux es autor de Tsahal. Nueva historia del Ejército de Israel. Este cronicón, escrito tras veinte años de trabajo sobre el Tsahal (acrónimo de Tzva Haganah LeIsrael o Ejército de Defensa de Israel), es fundamental para conocer a fondo su génesis clandestina como suma de fuerzas anterior a 1948 (Haganah, Irgún, Leji) y el desarrollo que la institución ha tenido a través del émbolo de las guerras libradas por Israel desde su creación: la de la Independencia (1947-1949), la del Sinaí (1956), la de los Seis Días (1967), la citada del Yom Kippur (1973), la del Líbano (1982-1985) y la nueva guerra contra Hezbolá al sur del Líbano (2006). El libro de Razoux, sin olvido de la Primera y Segunda Intifada (1987 y 2000), apareció hace más de quince años. De ahí que no se ocupe de las últimas campañas realizadas contra Hamas en Gaza. Aún así su libro se nos antoja imprescindible para comprender la anatomía estatal de Israel a través del cuerpo añadido de su ejército.

No sólo la mácula de los excesos sobre Gaza ha empañado la imagen internacional del Tsahal. El gran documental de Avi Mograbi, pese a la molesta plática del director, ya se ocupó en 2021 de la coerción ejercida por parte del ejército israelí en la ocupada Cisjordania (Los primeros 54 años: breve manual para una ocupación militar). Hablan uno tras otro, de hilo en hilo, los ahora reservistas que estuvieron destinados en los territorios ocupados durante su servicio militar.

Se nos ha hecho ya familiar por la tele el rostro del orejudo teniente coronel Peter Lerner, portavoz del Tsahal. Hoy, como en 1948, la peculiaridad de Israel respecto al mundo reside en la simbiosis que ya sugirió el politólogo Alain Deickhoff: “Mientras en la mayoría de los países el Estado dispone de un ejército, en Israel el ejército dispone de un Estado”.

Sabemos que, a diferencia de nosotros, la mayoría de los israelíes no recibe imágenes en sus informativos de la sepultura de guijarros y muertos civiles que es hoy Gaza. De puertas adentro, la hasta hace poco dividida sociedad israelí por la deriva política de Netanyahu –¡se habló de peligro de guerra civil!– ha hecho piña para acabar con la guarida de Hamas y liberar a los rehenes. La emblemática pastelería Kadosh de Jerusalén ofrece repostería en forma de insignias y colores de las distintas unidades que combaten en Gaza. La franquicia Aroma sirve con el café su chocolatina habitual, pero envuelta ahora en la bandera de Israel. Blogueros como Avi Weiss alientan el fervor patriótico. Por TikTok los soldados israelíes (algunos han sido suspendidos) cuelgan sus vídeos posando con mofa con detenidos palestinos, bromeando con los objetos que hallan en casas arrasadas, grabándose dentro de sus Bulldozer D9R, destruyendo edificios y dedicando la destrucción a hijos pequeños o a novias a las que piden matrimonio.

Por internet han rulado también fotografías de soldados exhibiendo banderas LGTBI con lemas de amor fraterno. Nada que oponer a la opción sexual de un combatiente. Salvo que su posado, como el de los soldados tiktokers, recubre de frivolidad el dolor y la mucha muerte que, incluso, también alcanza a los suyos (más de 160 soldados han muerto). Cuesta creer, viendo estas imágenes, que el aliento para luchar por Israel se inspiraba para muchos en la fuerza mística de la Biblia y en la agudeza guerrera de los judíos en la conquista de Canaán (de Abraham a Moisés, Saúl, David y Salomón, con pasajes simbólicos como el de las murallas de Jericó derrumbadas por los israelitas de Josué al son de trompetas). La rebelión de Judas Macabeo, el suicidio colectivo de los zelotes en Masada o la última gran revuelta de Simón Bar Kochba han dado paso al estímulo vacuo y estúpido vía TikTok.

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