Ponen en marcha la mayor granja ecológica de huevos de la provincia
La empresa comienza su producción con unas 3.000 gallinas y unos 2.500 huevos al día
La Granja de Dami, en el municipio de Cártama, se ha convertido en la mayor explotación avícola ecológica de la provincia de Málaga. Esta nueva empresa ha comenzado su producción con 3.000 gallinas -una densidad de seis animales por metro cuadrado- que producen unos 2.500 huevos al día, y en la que trabajan tres mujeres. Su propietaria, Damiana Sánchez Suárez, una argentina de 54 años, se decidió a montar esta granja animada por la creciente demanda de productos naturales en la Costa del Sol, y de hecho, ya tiene pensado construir una segunda nave para aumentar la producción.
"A la Costa del Sol están llegando huevos de Galicia o Extremadura, cuando nosotros tenemos las mejores condiciones climáticas para producirlos en un ambiente natural", ha expresado el marido de Damiana, Alberto Filgueira, quien defendió que Andalucía ofrece unas "oportunidades excelentes de clima para desarrollar industria agroalimentaria e introducir alimentos de calidad".
La gallina de puesta se divide en cuatro tipos y lo que diferencia un tipo de explotación de otra es fundamentalmente el cuidado, la alimentación y la baja densidad de los animales, según ha explicado este empresario. En una nave industrial las gallinas están "apiñadas" de tal forma que mientras que en una granja ecológica hay 3.000 aves, en una de jaula habría 20.000 animales.
Así, Filgueira ha destacado que en las explotaciones ecológicas además de haber una nave donde las gallinas comen, duermen y ponen huevos, hay "un parque donde pueden salir a pastorear", lo que ayuda a que las aves tengan más movilidad. "La falta de apiñamiento es una condición y una necesidad para la salud del animal, porque si se tienen que criar sin ningún tipo de medicamento y sin suplementos sintéticos, tienen que tener unas condiciones ambientales muy buenas para que produzcan y estén sanos", apuntó. De este modo, los huevos son recogidos de forma totalmente automatizada, evitando así cualquier acercamiento humano a la ponedora y el estrés que ello puede conllevar para el animal. Después, son puestos en el mercado tan solo uno o dos días después de la puesta.
La alimentación, otra de las claves para una producción natural cien por cien, en la que no se utilizan productos transgénicos ni hormonas, únicamente pienso ecológico certificado. Además, tiene que existir una garantía de que la tierra en la que viven estos animales ha estado libre de fitosanitarios al menos desde hace tres años. El resultado es un producto de una calidad alimentaria "superior", que se refleja en el aspecto del huevo, el sabor y también en el precio más elevado, que se justifica, según explicó Folgueira, por "el coste de los piensos, la elevada inversión que es necesario hacer para pocos animales, y la dificultad de mantener a los animales con un porcentaje de puesta y de salud bueno, sin utilizar recursos de la química".
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