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Los flamencos regresan a su casa en Fuente de Piedra

Flamencos en la Laguna de Fuente de Piedra.

Flamencos en la Laguna de Fuente de Piedra. / Pepe Gómez (Fuente de Piedra)

En Fuente de Piedra ni siquiera ha salido el sol cuando cientos voluntarios se dirigen a la reserva natural para participar en el anillamiento de los pollos de flamenco. La localidad desprende un aire cargado de humedad por todos lados, una maresía que solo desataría el mar o una salina. Nada más lejos de la realidad, en mitad de la flora y fauna se encuentra también el reputado cultivo de aceituna, que da renombre al lugar desde años. Aunque los flamencos llegaron antes que el aceite.

Desde 1986, la localidad malagueña con menos de 3.000 habitantes y con más de 1.400 hectáreas de humedal recoge una de las actividades medioambientales más espectaculares de Europa. Después de dos años sin el anillamiento, los voluntarios, coordinadores y científicos ansiaban este momento. "En 2020 se hizo de puertas para adentro con los que trabajamos para la reserva y en 2021 no se pudo por la sequía y eso no permite nidificar a las aves", asegura África Lupión, coordinadora y directora del paraje natural de la laguna. Resalta que este año había "emoción" y "muchas ganas" entre los voluntarios señalando a los seis grupos que conforman el voluntariado. 

La Laguna de Fuente de Piedra ahora ya suma más de 3.700 nacimientos de pollo de flamenco y 8.700 parejas, en la que cuatro de ellas, comenta Giuseppe Aloisio, director general de Medios Naturales que dotan por primera vez a algunos ejemplares con un transmisor vía satélite. "Aún estamos investigando, queremos ver si se les puede tener geolocalizados", añade. Este año se ha anillado a un total de 600 aves para poder realizar un constante seguimiento de la especie y la migración de la misma. 

La directora conservadora de la de la reserva explicado que “los pollos desde su nacimiento suelen tardar unos 90 días en poder volar, por lo que a primeros de septiembre ya no contaremos con su presencia en la laguna”. Hasta entonces, señala que “los flamencos salen al anochecer de la salina para alimentarse en zonas con aguas manejadas y vuelven al amanecer para cebar a sus crías”, añade. 

 Aloisio, director general de Biodiversidad que colaboraba al lado de con los más de 400 voluntarios, agradece el compromiso “con un programa medioambiental en el que se celebra la vida y la biodiversidad de un ave tan emblemática de esta laguna como es el flamenco rosal”. 

Una voluntaria, con una cría de flamenco en Fuente de Piedra. Una voluntaria, con una cría de flamenco en Fuente de Piedra.

Una voluntaria, con una cría de flamenco en Fuente de Piedra. / Pepe Gómez

El recorrido del anillamiento 

El recorrido comienza a las 5:00 horas  con todos los voluntarios en el fango interior de la salina. Unas botas de agua y escarpines, ropa cómoda y cada grupo con una camiseta diferente comienzan a acorralar a las crías de flamenco para llevarlos a un corral donde situarlos juntos. Posteriormente los pasos a seguir están perfectamente preparados y coordinados. Sorprende, incluso, la concentración de la actividad.  

Como en una especie de cadena humana, los grupos divididos en subgrupos comienzan a hacer una fila y pasar de uno en uno a los pollos. El que está dentro del corral coge una de las crías y la entrega a otro compañero para dejarla en manos de la segunda fase y principal: la anilla de identificación que les permite realizar un marcaje de cada uno. Seguidamente les miden el pico, la ala y el tarso mientras una voluntaria apunta los todos datos. Posteriormente las pesan y, por último, les cogen una muestra de sangre, además de comprobar lesiones o alguna herida que le pueda impedir finalizar el proceso de liberación.

Voluntarios fotografiando el espectáculo de los flamencos. Voluntarios fotografiando el espectáculo de los flamencos.

Voluntarios fotografiando el espectáculo de los flamencos. / Pepe Gómez

"Ahora a volar sola", le decía uno de los voluntarios a su cría que la llevaba cogida al pecho. Al final del recorrido están los portadores liberando a las aves para que corran solas. Algunas tropiezan, otras son incapaces de levantarse y otras se quedan a mitad de camino por lesiones o quizá por falta de fuerza. Para ello están constantemente otros voluntarios y coordinadores con unos prismáticos vigilando que avancen correctamente, de lo contrario, acuden hasta el lugar exacto donde se encuentra el pollo para traerlo de nuevo y atenderle. "He ido a comprobar dos aves que apenas se movían, las patas que aún tienen son endebles y les puede causar fractura si la sueltas mal", asegura José García, voluntario e hijo de coordinadores de la reserva. 

Finalmente se suelta a todo el resto de pollos de flamenco del corral para que caminen bajo su propio pie, se abre la puerta y "a volar" como citaba el anterior voluntario mencionado. 

El objetivo del programa medioambiental es poder obtener información muy valiosa para la gestión de la colonia de flamencos. Un humedal que cumple este año su 40 aniversario desde el primer reconocimiento a los valores naturales de este humedal, ya que en 1982, tras su adquisición por el ICONA, la Laguna de Fuente de Piedra fue declarada Refugio Nacional de Caza.

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