"La Soledad va en las raíces que heredé y en lo que me inculcaron"

José Manuel Hernández · Capataz del trono de la Virgen de la Soledad de San Pablo

Su experiencia bajo el varal le sirvió para ser los ojos de su Titular trinitaria durante las noches de Viernes Santo. Reconoce que los jóvenes tienen que ser conscientes de lo que es llevar un trono.

José Manuel Hernández, asomado ante los tronos de Traslado y Soledad.
José Luis Pérez Málaga

25 de marzo 2016 - 01:00

-En apenas unos años como portador llega al puesto de capataz. ¿Es mucha responsabilidad?

-Bastante. Se da la circunstancia de ser joven y que hay que dirigir un trono y de primeras te ven como alguien demasiado pequeño y no te toman en serio. Cuando ya tienen confianza contigo, te ven madera y que vas llevando el trono por la calle en condiciones, y cada año les gusta más, te haces hueco. Gracias a Dios nos van dando hueco a los jóvenes y dejando que tomemos responsabilidades.

-¿Cuál debe ser la actitud de un buen capataz?

-Hay que tener un término medio. Somos parte de los portadores, pues para muchos somos sus ojos. No somos la autoridad ni los que mandamos. Estamos al pie del cañón todos, y la Virgen no puede salir sin ellos ni ellos pueden realizar del todo bien su trabajo sin los capataces. Somos la prolongación de ellos, ni más ni menos. Somos unidad y equipo.

-Entonces, el buen capataz cuida bien de su equipo…

-Es la base. Cuidamos de nosotros, somos parte de un todo. Si no nos preocupamos mutuamente unos de otros, en la salida y durante todo el año, no vamos a ningún lado.

-Además de capataz es portador del Cautivo, también del barrio de la Trinidad. ¿Qué experiencias vive bajo el varal?

-El Cautivo es algo distinto. Ves a la gente bajo el varal y percibes cómo le miran, le rezan, le hablan. Con la mirada son capaces de transmitir un mundo de sensaciones. Es totalmente diferente. El hombre de trono manifiesta su fe igual que yo en ese momento. A lo mejor en la calle nos cruzamos y no lo expresamos, pero ese día se manifiesta la devoción bajo el varal. Es algo que no he vivido con otra imagen en ninguna salida procesional.

-¿Hay relevo en los tronos?

-Hay relevo, pero también tenemos que saber llevarlo. Hacemos un acto de fe y no podemos desvirtuarlo al hecho de sacar tronos. No es portar una figura, sino un símbolo de nuestra fe. Transformamos lo que sentimos y profesamos en una imagen. No sacamos un trono por sacarlo. Es verdad que forma parte de las tradiciones y cultura de Andalucía, pero es la fe la que nos mueve a hacerlo. Los jóvenes tienen que saber que portar un trono no es llevar un cajón de madera. Cada uno tiene que ser responsable con lo que hace en el trono dentro de sí. Sí hay relevo pero hace falta formarles sobre qué llevan en sus hombros.

-¿Algún trono que le gustaría sacar en el futuro?

-Sacando Lágrimas y Favores y Cautivo y como capataz de la Soledad no tengo ahora mismo intención de llevar ninguno más. Hay que ser coherentes y cuidar el físico, no podemos sacar todo lo que queramos. Sí le tengo devoción a la Esperanza. Como todos los malagueños, somos de nuestra cofradía y de la Esperanza.

-Como albacea de la Virgen de la Soledad, ¿qué se siente al tenerla enfrente?

-La Soledad para mi es hasta una forma de vida. Va en mis raíces, las que me dejaron por herencia e inculcaron. Me hicieron ver la religión y creer en Él a través de las imágenes, especialmente a través de la Soledad. Me transporta a mi abuelo y las experiencias que viví de pequeño, además de todo lo que acarrea estar aquí y trabajar para que salga adelante. Creo en Ella. Como imagen es una más de todas, ya que representan a la misma persona, pero rindo devoción a la Soledad desde siempre y así seguirá.

-¿Qué momento destacaría del Viernes Santo?

-Me quedo con la salida. Es el momento en que todos nos reunimos en el salón de tronos, nos miramos a la cara y vemos el motivo por el que llevamos un año esperando. Las miradas de ilusión dejan ver lo que cada uno pide o por lo que da gracias a las Imágenes. Llegan, rezan y vienen a decirles "necesito esto" o "muchas gracias por aquello". Hace unos años un portador, en la Tribuna de los Pobres, le dijo a la Virgen: "Señora, dame trabajo y que no me falte". Subió la rampa de la Aurora y en el Puente la madre se acercó al trono para decirle que había encontrado un empleo. Desde entonces no le ha faltado y siempre ha estado ahí. Son las muestras de lo que conlleva el interior de cada uno en su relación con la imagen. Destacaría la salida por historias de agradecimiento como esa.

-¿Hay buena relación entre juventud y veteranía en la hermandad de la Soledad de San Pablo?

-Hay comunión. Poco a poco se va viendo y los más mayores entienden que necesitan un relevo. Somos el futuro y ellos el presente. Nos van dando paso y hacen las veces de guías también. En junta de gobierno van entrando progresivamente jóvenes. Para mí es una satisfacción. Poco a poco se va dando pie a la juventud, gracias a Dios.

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