Entre bambalinas

Todo vuelve

  • En apenas un mes, Málaga vive rosarios, traslados y procesiones en las vísperas del ‘Camino de la Gloria’

Nuestro Padre Jesús Cautivo en su traslado a la Catedral de Málaga.

Nuestro Padre Jesús Cautivo en su traslado a la Catedral de Málaga. / Marilú Báez (Málaga)

Hace ya más de 30 días que la ciudad despertó para acompañar a la Patrona hasta su Santuario y a muchas imágenes devocionales de la ciudad hasta la Santa Iglesia Catedral. En un mes la calle ha pasado a reclamar lo que es suyo a volver, con algunas restricciones, a lo que era antes. Los fines de semana siguen trascurriendo entre actos, procesiones y cultos externos en las corporaciones. El ‘Camino de la Gloria’ ya encara su recta final y no hay tiempo para detenerse, todo marcha a toda vela.

En menos de dos meses saldrán a la calle María Santísima de la Paloma, la Virgen de la Oliva, Nuestro Padre Jesús de Azotes y Columna y la Virgen de La O. Además de la procesión magna por el centenario, los traslados de vuelta de las sagradas imágenes participantes en ‘El Verbo encarnado’, y los rosarios que se están produciendo en estas semanas. Hay ganas, muchísimas, pero dosifiquemos las procesiones y salgamos a la calle con cabeza. La cuaresma arrancará el 2 de marzo y es inconcebible llegar a Navidad con hartazgo de procesiones y cofradías en la calle.

Todo vuelve, pero no caigamos en los mismos errores de un pasado muy reciente. Que lo extraordinario no sea lo ordinario, y quedémonos en lo ordinario, que ya es en sí extraordinario. Todo vuelve, y se pudo escuchar ‘Un Rosario en tus manos’ en la calle Antofagasta mientras el barrio de El Palo se volcaba con su Patrona.

Todo vuelve, y muchos parecen no estar cansados de las pantallas de los móviles y prefieren ver estas estampas tan esperadas a través de sus dispositivos en lugar de impregnarse del momento, del aquí y del ahora. Todo vuelve, y ese ‘cangrejeo’, antiestético e incómodo para todos los participantes en el cortejo, delante de las andas y tronos parece que ha resistido también a la pandemia.

Todo vuelve, incluso los agobios por llegar a esa esquina en la que quieres presenciar el paso del cortejo, y en la que no te importa esperar el tiempo que sea necesario mientras comentas tus sentimientos más puros con tus acompañantes, o te limitas a observar cómo algunos, desgraciadamente, no utilizan las mascarillas en zonas donde la aglomeración es importante.

Esa mirada de complicidad con los que te rodean cuando ya hueles el incienso también volvió. Ese escalofrío cuando la marcha rompe y el aplauso se produce de forma espontánea, casi por necesidad. Porque otra cosa no, pero Málaga necesitaba aplaudir y vitorear. La ciudad también debe saber comportarse en esos minutos en los que un cortejo, ya sea traslado, rosario o procesión, pasa ante sus ojos. Y es que todo vuelve, lo bueno y lo menos bueno.

Que no falte el traspiés del que cruza cuando ya se ha derramado ese líquido anticera delante del frente de procesión, ni tampoco esa mano en la espalda para consolar esas lágrimas que afloran y que son respuestas a tantos porqués. Una ciudad de contrastes. Todo vuelve, aunque podría no haber vuelto todo.

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