Sociedad

Silencio, lágrimas y rabia contenida

  • Los fallecidos tenían al menos diez años de experiencia, aunque nunca es bastante en las entrañas de la tierra

El silencio, las lágrimas y la rabia contenida dominaron la larga espera de familiares, amigos y compañeros de los seis mineros, cinco leoneses y un asturiano, que ayer perdieron la vida por acumulación de metano mientras trabajaban en la séptima planta del pozo Emilio del Valle, en León.

La mayoría de ellos eran vecinos de localidades cercanas como Ciñera de Gordón , Robles de Valdecueva, Peradilla o Fontanos, y sólo uno de Pola de Lena, de la vecina Asturias, desde donde acudía a diario a trabajar.

La noticia corrió como la pólvora y poco a poco fueron llegando decenas de compañeros y trabajadores que permanecieron en silencio, las más de las veces, a la espera de que sacaran a los mineros fallecidos. Entre algunas protestas por la posibilidad de que los recortes hubiesen afectado a la seguridad, los mineros congregados, nerviosos y algunos de ellos con lágrimas en los ojos, vieron llegar a los familiares de sus compañeros fallecidos.

Entre ellos, el presidente del comité de empresa, Marco Antonio Martínez, que apenas podía relatar y contener el llanto al señalar que aún había que esperar a la investigación abierta para conocer las causas de las muertes y que las familias estaban destrozadas.

La mayoría de ellos permanecieron en las instalaciones de la mina acompañados por psicólogos hasta que dos furgones procedieron a sacar de la mina los cadáveres de sus compañeros para ser trasladados hasta León, donde se les practicará la autopsia.

Previamente, un helicóptero y varias ambulancias trasladaron hasta el complejo hospitalario de León a los cinco heridos, uno de ellos de gravedad.

Mientras, algunos trabajadores de la mina relataban ante las decenas de periodistas que se dieron cita a las puertas de la mina cómo hacía más de medio siglo que no se producía un accidente de estas características en una explotación de la Vasco Hullera Leonesa.

Un compañero de los fallecidos, José Luis Miranda, señalaba con lágrimas en los ojos que conocía a todos los fallecidos, que eran gente con experiencia de más de diez años y que la mina cuenta con medidas de seguridad, pero que una mina es una mina y siempre entrañará riesgos trabajar en la entrañas de la tierra.

El minero asturiano fallecido, José Luis Arias, de 46 años, estaba "a punto de jubilarse", según señaló a Efe Ramón Argüelles, alcalde de la localidad de Pola de Lena de la que era natural.

Argüelles se desplazó al pozo para acompañar a la familia del minero fallecido, que tenía un niña de doce años y un niño de seis y que se recorría diariamente los noventa kilómetros que separan Pola de Lena de Llombera de Gordón para acudir a su trabajo.

El alcalde, cuyo ayuntamiento ha decretado hoy un día de luto en el concejo, señaló que se trataba de un vecino muy conocido en Pola de Lena dado que era hijo del propietario de una popular sidrería de esta localidad.

Otro de los fallecidos, añadió Argüelles, tenía también relación con este municipio asturiano limítrofe con León al estar casado con una vecina del concejo.

Los familiares de los mineros permanecieron en el interior de la explotación leonesa durante toda la tarde, acompañados por psicólogos antes de ser trasladados a León, adonde fueron conducidos los cadáveres para practicarles la autopsia.

El lugar donde se produjo el siniestro es un pozo que cuenta con un castillete de 32 metros de altura y 694 de profundidad, una zona donde no hay población, y donde la primera localidad está situada a varios kilómetros.

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