Toros

Puerta grande para Pablo Aguado en El Puerto

Morante de la Puebla, Talavante y Pablo Aguado en la plaza de toros de El Puerto

Morante de la Puebla, Talavante y Pablo Aguado en la plaza de toros de El Puerto / Lourdes de Vicente

PABLO Aguado subió al marcador dos orejas y fue el triunfador de la tarde en la Plaza Real en un festejo en el que Morante y Talavante cortaron oreja lidiándose una bien presentada -aunque de desigual juego- corrida de Juan Pedro

Y ambiente en la plaza y en El Puerto porque el morantismo lo trae y se deja ver mucho, luego el de La Puebla dejó su sello de calidad, Talavante la garra casi novilleril siendo el único en poner al público en pie y Pablo Aguado un empeño que le llevó a una puerta grande preñada de la emotividad de las cogidas.

Morante meció la verónica en el primero, toro noble y sin fuerzas que propició otro ramillete de lances de brillo en el quite. Hubo para dar y regalar al insaciable aficionado que devora las calidades de este torero. Los telones iniciales y los trazos con la zurda por bajo fueron prólogo de la seda de la muleta con la derecha. Con la zurda no hubo tanta intensidad pero la genialidad de Morante en los remates dieron vuelo al pasaje. Con el molinete, los redondos y los remates Morante reservó vigor al toro para los ayudados finales, de honda finura.

No hubo redondeo en el quinto, un manso que tuvo su peligro y malas mañas, suelto y contrario de salada. Si que hubo lugar para de nuevo poner a la plaza a bullir embarcando con el capote aunque hubo una fea colada. Con el brindis al público pensamos que iba a ser pero no fue con un toro que de nuevo se fue suelto y que pese a los doblones iniciales protestó y se paró, dispuesto a dar un arreón. El astro, visto el panorama, tiró de la de verdad y hasta el año que viene.

Talavante no pudo redondear con su primero, que se lastimó en una mano al empezar la faena de muleta, estoqueando al inválido animal. Solo contaba con el quinto, para imponerse y ligó una faena de dos orejas que malogró con una muy fea estocada. Aún así el contribuyente pidió la oreja y hasta una segunda. Vamos camino del referéndum y de que no haya que matar los toros, a la portuguesa. La democracia manda.

Eso sí, en la faena hubo lío con una serie inicial con mucha garra, con un Talavante de rodillas, con ímpetu de novillero pero con temple y desmayo del torero caro que es. Puso al público en pie con el pasaje ligando sobre el gran pitón derecho del juampedro. Al natural reponía el toro pero un torero de esta clase no pierde el sentido escénico y alternó con ambas manos tirando la ayuda, para terminar adornándose tirando la espada ante .

Aguado puso mucho empeño con el molesto tercero, de veloz embestida, haciendo sonar la música en una larga y dispuesta porfía que le valió la oreja. El mismo mérito se le apreció en el sexto, este además probón y consentido. Pelea sorda con Aguado atacando mucho y dos cogidas al entrar a matar de escalofrío, por suerte sin consecuencias, cobrando su segunda oreja de la tarde.

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