Unicaja

Sergio Scariolo Club Baloncesto

  • La creación de una estructura y un trabajo que semeja más la de una entidad que la selección, una de las claves del éxito de España

  • Alberto de España

Sergio Scariolo celebra su cuarto Eurobásket.

Sergio Scariolo celebra su cuarto Eurobásket. / FIBA

El debate debería estar superado hace mucho tiempo, pero antes del Europeo había críticas para Sergio Scariolo. Que si Lorenzo Brown, que si improvisación para rellamar a Alberto Díaz en vez de seguir con Juan Núñez o Quino Colom tras la lesión de Sergio Llull, que si falta este o sobra aquel... El debate real, no en España sino a nivel internacional es sobre si Sergio Scariolo es el mejor seleccionador de la historia del baloncesto. A nivel europeo, sólo el coronel Alexander Gomelsky, cuando la URSS arrasaba en los 60 y los 70, tiene al peso mejor palmarés.

Realmente, sus datos son demoledores. 10 campeonatos ha dirigido Scariolo con la selección española y sólo en dos no subió al podio, el Mundial de 2010 y los últimos Juegos Olímpicos. Cuatro oros en Eurobásket, el último de manera inesperada y brillantísima en Berlín, uno más en el Mundial de China pasado, una plata olímpica y dos bronces, uno europeo y otro olímpico. Sólo se resiste el oro que custodian los americanos en los Juegos. Una brutalidad.

"Los rankings, que no lo hacen aficionados sino profesionales, se basan en la capacidad individual de los jugadores. Nosotros tenemos algo más a nivel colectivo, que nos permite multiplicar los valores individuales en función de la capacidad de los jugadores de entrar en un discurso de equipo, sin egos, con generosidad, con altruismo, con disponibilidad al trabajo... Ese es nuestro plus". Así respondía Sergio Scariolo, empapado en agua y champán en la sala de prensa, cuestionado por la capacidad de la selección de destrozar pronósticos. Era quinta antes del último Mundial y octava en este Europeo, en el que llegaban cracks planetarios como Jokic, Antetokounmpo, Doncic o Gobert, nombres que amasan premios individuales en la NBA.

Sergio Scariolo ha construido un club de baloncesto en una selección nacional. No es normal que en un torneo corto, con un tiempo de trabajo limitado, la selección alcance un grado de refinamiento y avance táctico tan elevado como lo hace. La defensa del pick and roll de Francia que pone las bases del triunfo fue una locura, negando cualquier posibilidad de continuación repetidamente. Antes, creando jaulas para defender el talento de los mejores jugadores rivales sin enloquecer ante Markkanen o Schroeder se disparen en la anotación. Igualmente, en ataque se comparte la bola de manera exquisita, los jugadores al servicio del equipo por encima de todo. 

Para dimensionar un poco más el logro de Scariolo, el perímetro de su selección campeona ha estado formado por tres jugadores del Unicaja que no ha sido capaz de entrar en play off en las tres últimas temporadas, Jaime Fernández (qué tremenda final hizo), Alberto Díaz (sin palabras su torneo) y Darío Brizuela (microondas de calidad). Más Lorenzo Brown y Xabi López-Arostegui. Con otros roles y cometidos distintos, pero esos mismos jugadores que se estrellaban en Málaga vuelven revalorizados y reconocidos como campeones de Europa. Da para reflexionar profundamente, de cómo influyen las construcciones de las plantillas en el rendimiento de los jugadores. En Málaga se ha dudado de su compatibilidad y valía.

El mejor entrenador de la historia del Unicaja e Hijo Predilecto de Málaga disfruta ahora de un reconocimiento universal. A sus 61 años es un técnico fresco y moderno, permeable a las tendencias del baloncesto moderno, mejorado aún tras su trienio en la NBA. Tras ganar la Eurocup, se podrá disfrutar de él este año en la Euroliga con la Virtus de Bolonia. Hasta 2024 tiene contrato, si España consigue la clasificación para los Juegos Olímpicos París sería su última cita. También hubo rumores sobre su continuidad. Parece obvio que la selección es mejor con Scariolo y que, si se ve con fuerzas, la unión multiplica.

La creación de una cultura ganadora se extiende a las categorías inferiores, con la connivencia de Jorge Garbajosa, esa pareja que llevó al Unicaja hasta los mejores momentos de su historia. Desde esa idea de reformularlo todo, en 2017 se modernizó la estructura y los programas de trabajo con las ideas del técnico de Brescia. Los veranos de las selecciones en 2019 y 2022, con el paréntesis de la pandemia, han sido casi irrepetibles. Este año, nueve finales (cinco masculinas cuatro femeninas) en nueve torneos disputados. Lo ocurrido desde julio, cuando se inició todo con el Mundial sub 17 de Málaga y esa plata ante más de 7.000 personas en el Carpena, hasta ese mágico 18 de septiembre, ha sido algo maravilloso.

Las primeras palabras tras el título fueron para sus colaboradores. "Gracias a mis fantásticos ayudantes por su capacidad de trabajo, entusiasmo, y paciencia. Y a todos estos increúbles compañeros de viaje… Todos y cada uno aportando valor, compañerismo, humildad y alegría en la seriedad del trabajo…os lo merecéis", decía a través de las redes. El clima de trabajo es fantástico, suele serlo cuando se gana. Y los eslabones siguen interconectados. El relevo generacional continuará y debe ser menos traumático con la marcha de auténticos colosos por el sentimiento de pertenencia y esa estructura, el Sergio Scariolo Club Baloncesto.

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