Alba Berlín - Unicaja Baloncesto

Estaba de parranda (90-91)

  • El Unicaja gana un partido increíble en Berlín tras perder por 21 puntos antes del descanso

  • Gran reacción tras el descanso y mate decisivo de Lessort

Carlos Suárez lanza entre dos rivales.

Carlos Suárez lanza entre dos rivales. / Alba Berlín

Cuesta analizar un partido tan sísmico como el que jugó el Unicaja en Berlín. Hizo una primera parte lamentable, bordeando el ridículo y con una defensa vergonzosa. Perdió hasta por 21 puntos. A falta de cuatro minutos para el final (80-84) ganaba por cuatro puntos tras siete minutos primorosos tras el descanso. Jugó un par de minutos horrorosos, atascado en ataque y repitiendo problemas en defensa para encajar un 10-0. Con seis abajo a dos minutos, se tuvo en el partido. Y se lo llevó con un brutal mate de Lessort cogiendo el rebote de ataque de un triple errado de Roberts. El tiro posterior del Alba no entró y el palmeo llegó fuera de tiempo.

Una victoria increíble (90-91) por la que, con la mano en el pecho, nadie daba un céntimo al descanso del partido. Desconcierta este Unicaja, que no tiene consistencia el equipo malagueño, depende de momentos concretos. Pero, cierto es, despliega picos de baloncesto muy brillantes, como no se ha visto en tiempo en Málaga. Esta irregularidad penaliza demasiado en el baloncesto de alto nivel, seguramente también en el vida o muerte de una eliminatoria. Pero ayer salió triunfador del Max Schmeling Halle. Haciendo el símil utilizando el nombre del mítico boxeador alemán que da nombre a la instalación, estaba en la lona el Unicaja y con la cuenta del árbitro en ocho. Se levantó y ganó por KO a 2.2 segundos del final.

Tiene ahora el viernes un match ball el Unicaja para pasar a semifinales de la Eurocup. Es un palo duro para el Alba perder así un partido y un subidón tremendo de moral para el Unicaja tras 100 minutos para el museo de los horrores ante Tenerife y Baskonia y el primer tiempo en Berlín.

Y sí, parecía muerto el Unicaja al descanso pero estaba, parafraseando a Peret, de parranda, tomando cañas. Fue un primer tiempo, no debe borrarlo la victoria, indigno de un equipo que ha ganado títulos en Europa, que tiene un prestigio. No se debe repetir porque en 99 de cada 100 partidos perderá seguramente el equipo malagueño. Una defensa ridícula, contemplativa y sin el nervio y el brío que se exige a estas alturas de la competición.

Volaba el Alba, bastaba un pase sin riesgo o un par de botes de cualquier exterior para encontrar una situación de tiro nítida. Así una y otra vez. Delante, problemas para crear. Hacen daño, ya se sabe, las bajas de Alberto Díaz y Jaime Fernández. Decía pocas horas antes del partido Himar Ojeda, director deportivo del equipo berlinés, que elegiría justamente Alberto Díaz y Jaime Fernández cuando se le cuestionaba qué jugador del Unicaja ficharía. Es sintomático.

La puesta en escena fue descorazonadora, el Unicaja ya perdía por 29-13 a finales del primer cuarto. Había pocos clavos a los que agarrarse. Suárez ponía algo de orden en el despropósito, intentaba dotar de algo de dureza a la defensa y algo de cordura al ataque. Boatright y Lessort conectaron en varios ataques para producir. Y ya más tarde, cuando la diferencia se acercaba a los 20 puntos de diferencia, se unía Waczynski para dar decoro ofensivo, lejos del mejor nivel no obstante.

Atrás había una verbena. Y algo debió pasar entre las paredes del vestuario del Max Schmeling. 58-39 perdía el equipo, que no daba ningún síntoma para creer no ya en la victoria, sino en una derrota decorosa. Tiene carencias, desatenciones impropias de un equipo de este nivel. Pero late el Unicaja, que se agarró a la vida. Jugó seis minutos de museo otra vez, pero esta vez de excelencia. Quizá el Alba se vio con el partido ganado, pero el Unicaja hizo un parcial de 1-20 para colocarse a un punto (59-58). Waczynski, bien en un partido trascendente al fin, y un corajudo Mathias Lessort cogieron la bandera. Wiltjer metió un par de triples y Roberts dio algo de seso al ataque. Pero, obviamente, todo partió desde atrás. No será nunca este equipo los bad boys de Detroit, pero sí puede emplearse, agachar el trasero, buscar el contacto y ser mínimamente duro.

Empequeñeció el Alba y Roberts empató (63-63). Ya en otro contexto en el que al rival le costaba más anotar (32 puntos tras el descanso), el Unicaja podía correr y compartía la bola con un mínimo de lógica. Milosavljevic, siempre presto para la batalla, daba la primera ventaja (72-74) del partido con un triple. Suárez metía un triple matador y el serbio repetía (80-84). Encalló ahí el Unicaja. Se pudo temer que había quemado las energías en la remontada y que ya no quedaban piernas ni ideas. Encontró de nuevo caminos al aro el Alba y encadenó varios ataques pobres el Unicaja, con un par de pérdidas impropias de Roberts. 10-0 adverso.

Con 90-84, el Unicaja creyó. Metió un terrible Lessort dos tiros libres, después Wiltjer sólo uno pero cogió su rebote y colocó al equipo a uno. Y, tras un par de defensas buenas y un monumental tapón de Lessort, le quedó la (pen)última posesión a 16 segundos. Tiró Roberts un triple y el búfalo Lessort entró a degüello para meter un matazo en el rebote (90-91) a 2.2 segundos. Tras el tiempo muerto de Aíto, Giedraitis falló el triple y el palmeo posterior llegó fuera de tiempo. Una victoria increíble para el Unicaja que debe recordar las prioridades y mostrar el camino. Defender y respetar su juego de ataque. No es tan difícil.

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