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La estirpe Wiltjer

  • El ala-pívot del Unicaja juega esta noche en Venezuela con Canadá, país en el que nunca vivió pero con el que jugaron su padre y su hermana: “Me eduqué en una casa canadiense”

Kyle Wiltjer, en  un partido con Canadá.

Kyle Wiltjer, en un partido con Canadá. / FIBA

Kyle Wiltjer (Portland, 1992) nunca vivió en Canadá. Nació y creció en Oregon y Sao Paulo (Brasil) para defender orgulloso el país de la hoja de arce. La logística de su federación, eso sí, le permitió viajar en business a la ida y la vuelta, algo que agradecen Wiltjer y el Unicaja, que espera contar con él el próximo miércoles. De hecho, Casimiro retrasó el entrenamiento de ese día para que le dé tiempo a descansar y trabajar.

Greg, el padre de Kyle, jugó los Juegos Olímpicos de Los Angeles’84 y el Mundobasket’86 de España, donde militó en el Barcelona, el CajaMadrid y el Argal Huesca. Su hermana mayor, Jordan Adams, fue también una pívot internacional con Canadá. “Mi padre y mi hermana mayor jugaron para Canadá, me he educado en una casa canadiense aunque crecí en los Estados Unidos. Crecí admirando a mi padre, a Steve Nash...”, relata el ala-pívot cajista, que esta noche juega en Caracas contra Venezuela.

“De mi padre aprendí casi todo en el baloncesto que sé”, recuerda Wiltjer: “Él nunca tiró un triple, así que me mandó a muchos campus de tiro para que yo fuera capaz de hacerlo. Es mucho entrenamiento cada día. Realizaba un montón de tiros, es natural, pero tienes que trabajar muy duro para ser muy bueno. Empleé mucho tiempo. Yo soy tan alto como él y siento que puedo jugar bien al poste porque me enseñó cosas. De pequeño viví en España, siempre estaba con una pelota y el baloncesto empezó a despertar mi interés desde muy temprano”.

“Ellos, mi padre o Steve Nash, eran modelos de comportamiento para mí y eran canadienses”, insiste: “Es un honor para mí vestir esta camiseta aunque naciera en Estados Unidos. Mi familia vive en la Columbia Británica, cerca de Vancouver. Desde Oregon, donde vivíamos, estábamos cerca y la veía con frecuencia, visitaba a mis abuelos”, explica Wiltjer, que no tuvo dudas a la hora de escoger por qué selección jugaría.

La última vez que Wiltjer jugó con Canada fue en los Panamericanos de Toronto, en 2015. Antes, lo hizo en la Universiada de Kazán, en 2013. “Estoy emocionado porque pienso que ahora soy mucho mejor jugador que entonces. Acabé la universidad, jugué en la NBA y la Euroliga, en Unicaja ahora. He mejorado mi juego y tenía muchas ganas de reencontrarme con mis compañeros canadienses”, asegura Wiltjer, que no se plantea más allá de esta ventana: “Simplemente debes estar preparado para cuando te llaman, ahora mismo no me planteo si irán los NBA a la Copa del Mundo, si nos metemos, o no, si habrá sitio... Lo primero es mostrarle a los técnicos en estos dos partidos cómo ha evolucionado mi juego y ojalá pueda ir algún día a la Copa del Mundo o a los Juegos Olímpicos”.

Hay en Canadá mucho talento, muchos jugadores. Se está trabajando bien, hay muchos jugadores en la NBA y la Federación está haciendo una gran labor para hacer grupo”, recuerda Wiltjer sobre una selección que estuvo por última vez en los Juegos Olímpicos en 2000 (con Nash al mando) y en un Mundial en 2010 (Turquía), con un decepcionante 22º puesto. Si hubiera un sí colectivo de todos los NBA tendría un equipo temible. Jamal Murray, Andrew Wiggins, Trey Lyles, Kelly Olynyk, Khem Birch o Dillon Brooks más el más que probable número uno del próximo draft, RJ Barrett

Antes de partir, Wiltjer habló para el club y expresó su satisfacción con cómo va su periplo en el Unicaja. “Es una gran experiencia. España es un bonito país. Me encanta Málaga, los aficionados. Ser capaz de jugar a alto nivel en Eurocup y ACB es un sueño hecho realidad. La vida en Málaga es fascinante. Veníamos de otras ciudades con un tiempo frío y aquí está soleado. El tiempo es increíble, la comida es muy buena y la gente muy amable”, explica Wiltjer, que vive en Málaga con su prometida, Charday.

Sobre la situación deportiva, Wiltjer considera que “estamos trabajando fuerte. Hemos tenido un gran inicio, pero, como dice el entrenador, tenemos que seguir trabajando duro. Tenemos mucho potencial y para estar ahí debemos seguir exprimiéndonos. Tenemos una gran relación, todos son muy cercanos. Quedamos mucho cuando no hay entrenamientos y eso dice mucho de nosotros. Especialmente en los viajes pasamos buenos ratos juntos. Hay equipos en los que viajar se siente como un trabajo y cansa, pero aquí no estás cansado de pasar el rato con los compañeros, disfrutas”, realza el canadiense sobre la buena química existente.

Wiltjer se refiere, por último, a una persona clave para su llegada a Málaga, Domas Sabonis, que rinde de manera espectacular en la NBA. “Me dijo cosas fantásticas sobre Málaga. Antes de venir me dijo que era perfecta para mí, que me adaptaría bien. Me envía mensajes cada día cuando me ve trabajando con el preparador físico (Diego Vázquez), los fisioterapeutas (Mario Bárbara y Ale Ballesteros)... Gente que le ha visto crecer. Es genial experimentar las mismas cosas que vivió él aquí”, remacha un Wiltjer que retoma esta noche en Caracas su particular camino con Canadá, el que ya anduvieron su padre y su hermana.

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