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Unicaja - Bàsquet Girona: Un desfile de aviones (111-80)

Perry celebra en el Unicaja-Bàsquet Girona Perry celebra en el Unicaja-Bàsquet Girona

Perry celebra en el Unicaja-Bàsquet Girona / Carlos Guerrero

Escrito por

· Jorge Cabrera

Al igual que en Granada, el Unicaja también vapuleó al Bàsquet Girona (111-80). Un cinturón negro en fiabilidad y solidez, pero es hasta insultante cómo puede el equipo malagueño tener estos desarrollos en una ACB tan excelente como la actual. Sinsentido esa autogestión, maneja a los rivales como quiere, una forma de empequeñecer y destruir que no es proporcional al contexto de la competición. Pero ahí sigue el bólido de Ibon Navarro, muy buen ensayo para la BCL y pensar en el futuro. En el presente, la 22ª en 27 partidos, que da miedo mencionar. Segunda posición donde se siguen echando raíces y unos deberes muy encarrilados. Y no da visos de bajar el nivel, sino de seguir creciendo y un proceso que no se interrumpe, cuando ya entra abril, territorio de cosas importantes. No hay partido trampa para el Unicaja, eficacia máxima y esta vez fue Fotis Katsikaris y su plantilla los que hincaron la rodilla. Se fue inmisericorde, en un partido donde además se rozó la mejor marca histórica del club en el Carpena (114). Si estos disfrutes continúan, se pulverizará. Será un contexto diferente ante el Promitheas, y unas moralejas que son confusas ante tal trámite, pero la plantilla ríe y disfruta. Buena señal.

El Unicaja jugaba al correcaminos, una velocidad superior, estado de confort natural y con Katsikaris rápidamente en cuclillas, indicio de que algo no iba bien. Encontrando buenas situaciones Osetkowski en las esquinas y un disfrute generalizado, con Sima volando, Carter con el feeling. Se transmitía esa chispa, siempre aparecía una mano y una ayuda; un parcial de 14-7 en un pestañeo, con un Girona dependiente de Iroegbu y no empleando esa kryptonita de temporizar, que ante los malagueños surte algún efecto, el transformarlo en un partido tosco. Barreiro daba el susto, al intentar un tapón a Susinskas, tocándose la muñeca izquierda, la operada. En su lugar entraba Kalinoski, también Taylor en una de las primeras rotaciones, un buen impacto el ex del Girona. Will Thomas, a pase picado de Kravish concluía el primer cuarto (29-21). Salían los sistemas y la actitud muy positiva, listón que perduraba, con Will Thomas echando el ancla, dando sentido a un juego fluido, también atrás pese al tanteo. 44 puntos sumaba el Unicaja en 15 minutos, controlando los esfuerzos y una sensación de buscar estímulos, permitir a Girona no desengancharse. Usaron una vida los de Katsikaris, con 12 puntos de Iroegbu en la primera parte (57-48), que concluía con un triple de Alberto a pase de Carter. Mencionar la entrada de Lima, que haría un buen tapón al juguetón base del Girona. Primera parte completa, salvo algún lapsus al final, fluida y un Carpena que disfrutaba (9.036 espectadores).

Y se llegó a la velocidad de la luz. En estampida tras el descanso. Once galgos al galope, sin Djedovic, que no disputó minutos. Varias acciones de Kalinoski y la magia de Perry ya dieron un vuelco definitivo al partido, con Taylor de catalizador y Thomas en modo adalid. Qué tercer cuarto. Qué maravilla. 34-15 de parcial y nada de bajar el termostato. Quería el Unicaja hacer sangre, ya con un Girona desvaído y que había entregado la cuchara, dependiendo de la piedad de los malagueños. 13/18 en tiros en ese periodo, que lo concluía Carter desde la diagonal tras un pase de Alberto Díaz (91-63). Nunca se había alcanzado esa cantidad de puntos tras un tercer cuarto. Un rival trémulo y a merced, pero el Unicaja prosiguió y no bajó la marcha, ya haciendo probaturas para la BCL. Carter y Alberto acumulando minutos juntos y un Osetkowski que se marchaba al banquillo a grito de "MVP", hay que dar gestos de cariño al californiano. Una superioridad aplastante. Y a tiro el récord de puntuación en la historia del club, en 117 conseguido en Fuenlabrada hace dos temporadas, pero no se llegó a la marca. Hasta Lima pudo tirar un triple desde la esquina, algo que ocurrió en aquel partido en el Fernando Martín. Uno se va del Carpena acelerado ante tales bólidos, en una Semana Santa desangelada en general, pero qué gusto el ir al Palacio a ver un partido de baloncesto. O un desfile de aviones. 

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