Contracrónica del Unicaja Baloncesto-Casademont Zaragoza

Gasolina verde y sangre española

  • La Marea Verde se rinde a Alberto Díaz, que traza el camino hacia un triunfo vital

  • Aliento clave cuando el Casademont intentaba rematar el duelo tras el descanso

Algunos de los aficionados del Unicaja celebrando en la grada.

Algunos de los aficionados del Unicaja celebrando en la grada. / javier albiñana

Se viene escribiendo mucho sobre la importancia del bloque nacional en un equipo. Tiene una apuesta clara el Unicaja, que quiere encontrar una identidad de nuevo. Es el primer paso para andar el camino a la gloria. Parece que tienen las ideas claras en Los Guindos. Nacionales de valor, que los tiene y quiere más, bien rodeados. Desde esa sangre española se entiende una de las victorias más importantes de la temporada. Porque es cierto que es pastel está en la Eurocup, pero no se organiza una Copa del Rey cada año. Era un momento para sacar músculo, para quitarse miedos (no ganaba un partido desde 2015) y para demostrar grandeza. Una victorias, muchas recompensas.

Esa garra levantó al equipo malagueño, en un momento donde asomaban viejos fantasmas en el Carpena. Mismo rival, mismo escenario que en el 2014. Levantó el muro Alberto Díaz y puso la genialidad Darío Brizuela. Tiene descaro el vasco, también mucha valentía. Una falta no pitada pudo sacarlo del partido, pero le prendió la llama. Nueve puntos en el momento de la verdad y el Carpena en la espalda. Alentaba la Marea Verde, que se dejaba la garganta. Toda una curva superior dejándose la garganta y muchas camisetas cajistas desperdigadas por la grada. No hubo manera de parar a Seeley, pero el Casademont se fue empequeñeciendo. Se pasó del Bella Ciao a Paquito El Chocolatero para celebrar una semifinal histórica, 11 años después. Se merecía el Palacio una alegría de las grandes, aunque es efímera. Hay otra gran noche y el Unicaja necesita esa gasolina. 

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