En los últimos días, conforme los equipos completan la vuelta a los entrenamientos se van anunciando rescisiones de contratos de jugadores en varios clubes de la ACB. Hay un denominador común, todos son estadounidenses y la mayoría de ellos, más allá de cláusulas para prorrogar el contrato, terminaban el vínculo el próximo 30 de junio con los equipos. Cerca de una decena ya en la competición española, que tiene previsto terminar la temporada con un play off de 12 en una sede aún por conocer. Sucede que todo esto desvirtúa un poco el torneo porque algunos de los participantes ven mermado su potencial de manera importante. Muchos de los que no jugarán son referencias en sus equipos. 

Abrió la veda el Casademont Zaragoza con los casos de DJ Seeley y Jason Thompson hace varias semanas y después ha habido muchos casos, amontonándose en los últimos días. Luke Harangody es el más reciente, que llegó a un mutuo acuerdo con el Joventut para romper su relación laboral. Su último partido como verdinegro lo jugó frente al Unicaja en Badalona. Antes había ocurrido lo mismo con Tony Wroten. Poco antes, tuvo el mismo desenlace el caso de Malcolm Delaney con el Barça, aunque fue mucho más mediático. También existieron otros como Earl Clark o Tyler Haws. Muchos rivales cajistas en esa idea para cerrar el curso. 

Jugadores que viajaron a sus países una vez la pandemia frenó el deporte y que han argumentado "motivos personales" para llegar a esta situación. Un escenario totalmente diferente vive el equipo malagueño que, no sin problemas, consiguió retener a toda la plantilla en Málaga durante el confinamiento. Una maniobra compleja, pero que puede dar sus frutos en caso de reanudarse el baloncesto. Además de recuperar a algunos lesionados como Alberto Díaz o Carlos Suárez, cuenta con los refuerzos de Mekel, Bouteille y Simonovic, que dan más opciones a Luis Casimiro.