Unicaja

La dosis de oficio

El Unicaja, en un tiempo muerto en Atenas

El Unicaja, en un tiempo muerto en Atenas / UNICAJABFOTOPRESS

Llegaba el Unicaja a Atenas en un marco difícil, muy exigido por cómo de traumático habría sido no contar con el factor cancha en los cuartos de final, tirar por el sumidero el buen hacer de los malagueños durante gran parte de esta fase. Con una plantilla aún castigada, retomando esa frescura, pero todavía varios pasos por detrás de las prestaciones que puede dar el equipo. No eran muy esperanzadores los condicionantes: el entorno hostil que se iban a encontrar los malagueños, un AEK que llegaba sin jugar en el fin de semana, y lo difícil que es no salir escaldado de Grecia, incomparable a cualquier otro escenario del baloncesto europeo. Allí se juega a otra cosa. Pero cuando este Unicaja llega obligado, con la soga al cuello, siempre compite. Premisa innegociable, y eso que los de Ibon Navarro estuvieron lejos de una versión brillante, pero sí funcional. El paradigma de un equipo que da ese extra donde el contexto te lo exige.

El club proyectó el pasado verano días como el de Atenas, el contar con jugadores a los que no le tiemblen el puso, echarla al suelo y desoyendo todo lo que se forme alrededor. Currar, jugar con inteligencia y no salirse de una línea marcada, tres normas que comulgaron los malagueños, también en esas fases donde los helenos mostraban mucho corazón, muy justos por las bajas de Strelnieks y Williams, terribles, pero ante un partido de estas características, deben resaltar otras cosas. Es jugar contra tu antítesis, de hecho la primera canasta de los visitantes en contraataque llegó en el tercer cuarto, un hecho que pone bien en contexto lo que se vio sobre el parqué. Todo muy farragoso, feo, escasa fluidez en el juego, pero un partido muy rico en cuanto a mostrar ese oficio, obligatorio que se vaya adquiriendo en ese camino, ojalá, que hacia otro título en mayo.

Ya mordieron el polvo Galatasaray y Limoges en ese escenario. Cuando AEK viene en avalancha, ligado al infierno griego que va creciendo, lo natural es que el rival se derrumbe, engullido por lo duro que es salir de esa trampa. Con jugadores como Oriola, artista en llevarte a la desesperación, su perfil define muy bien a los griegos, equipo perro que va comiéndote terreno. O un Akil Mitchell que dominó por momentos, jugador que pega y suele facturar, al final empequeñecido por los interiores malagueños. Supo esperar el cuadro de Ibon Navarro su momento, tarde o temprano tenían que acusar los atenienses esa falta de recursos en el banquillo, una rotación corta ante el Unicaja es ahogarte.

Con el liderato de grupo conseguido, más trabajado de lo que parecía en enero, empieza a asomar esa Final Four por el horizonte, a solo dos victorias en el Carpena. De los cuatro equipos que llegaron a la última fase la temporada pasada, tres tenían factor cancha. El camino es llano, el ideal, pero antes hay que sumar un buen puñado de victorias en Liga Endesa después de los malos resultados de las últimas semanas. El próximo punto de interés es Ginebra, ahí se conocerá el rival del Unicaja en ese último paso. Llega la expedición este miércoles de Atenas, un ligero respiro, y ya preparar ese derbi andaluz del domingo en Sevilla, más importante de lo que parece ganar en San Pablo y cerrar así un mes de marzo agotador, pero habiendo salvado los muebles. La posición es privilegiada.

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