Kendrick Perry, cuando el contexto aprieta

En plena fase de ajuste y ante un calendario de máxima exigencia, el Unicaja necesita la mejor versión del base de Florida, en busca de mayor continuidad; ayer cumplió 33 años

Una radiografía más nítida

Perry, ante Baskonia.
Perry, ante Baskonia. / Carlos Guerrero

Kendrick Perry cumplió este martes 33 años en un momento de ajuste para el Unicaja. El base de Florida atraviesa una etapa de plena madurez y sigue siendo el motor que marca el funcionamiento del equipo. No se trata de que Perry esté mal ni mucho menos, sino de que el contexto actual le exige estar a un buen nivel prácticamente todos los días. Cuando Perry está bien, el Unicaja funciona. Y en el escenario actual, ese factor es más determinante que nunca. Desde el punto de vista deportivo, su temporada es sólida y los números lo respaldan. Perry promedia 9,9 puntos y 4,6 asistencias, con un 50,6% en tiros de dos y un 37,7% en triples, registros muy similares a los del curso pasado. La principal diferencia aparece en el acierto exterior, después de cerrar la 24/25 con un asombroso 42%. Más allá de eso, su impacto sigue siendo el de siempre. Mayúsculo.

La diferencia vuelve a estar en el contexto. El Unicaja ya no cuenta con la abundancia de talento ni de generación de cursos anteriores, y eso modifica las exigencias sobre su base. En temporadas pasadas, el equipo podía absorber momentos valle de Perry gracias a múltiples alternativas ofensivas y a una rotación muy asentada. En el escenario actual, ese margen se ha reducido. Perry no solo dirige, también sostiene. Su regularidad se ha convertido en una necesidad estructural. Ibon Navarro ha insistido en varias ocasiones en la importancia de haber mantenido en Málaga a algunos pilares que sostienen la cultura del equipo, y Perry es uno de ellos. A su alrededor, la plantilla ha ido encontrando nuevas formas de generar ventajas. Jugadores como Djedovic o Kalinoski están asumiendo más balón y creando situaciones desde el bote, una faceta que apenas se había visto en Málaga en temporadas anteriores. También la llegada de Chris Duarte añade otro foco de generación primaria. Todo ello aporta contexto, pero no cambia el fondo del asunto. El verdadero termómetro del Unicaja sigue siendo Perry, el jugador que ordena, conecta y da sentido a todo lo demás.

En ese proceso también se explica cierta irregularidad reciente. Ha podido influir la ventana con Montenegro y su desgaste. Sin dramatismos. Forma parte del proceso de acoplamiento a una nueva realidad y de asumir un liderazgo distinto, más estructural incluso, en un grupo en parte diferente. Resultó significativo que no acabara el partido ante Baskonia por su fiabilidad reciente en el clutch, en una noche especial también en lo personal, con sus padres presentes en el Carpena siguiendo el encuentro. Una decisión que Ibon Navarro explicó desde la gestión del momento. “Hemos visto muy bien a Alberto. Estaba sosteniendo al equipo, con mucho criterio, y además con Tyler en el campo. Quisimos tener a Alberto con Markus, también con Tyler. Estaba bastante más sólido que KP hoy”, señaló el técnico tras el encuentro. La pasada temporada dejó picos de rendimiento extraordinarios. Aquella referencia es altísima y no se trata de exigir constantemente ese nivel, sino de entender que ahora su presencia continua es imprescindible para que el equipo compita. El calendario que se avecina, con partidos de máxima exigencia y escenarios de primer nivel, refuerza esa idea. Será muy difícil que el Unicaja pueda sacar un triunfo por ejemplo en Madrid sin un Perry cercano a su mejor versión.

Los padres de Perry, en el Carpena.
Los padres de Perry, en el Carpena. / Carlos Guerrero

Una figura que trasciende lo deportivo con ese carisma y flow, reflejo de la filosofía y la cultura del club. Será Baltasar en la Cabalgata de Málaga, una iniciativa surgida al margen del propio club que refleja el lugar que ocupa hoy en la ciudad, más allá del baloncesto. La jornada de su cumpleaños fue una buena fotografía de ese estatus. Entrenamiento intenso en el Carpena, felicitaciones constantes y un ambiente cercano, con Perry ejerciendo ese liderazgo silencioso que le caracteriza. Cercano con compañeros, atento con trabajadores del club, parándose con niños y miembros del staff. Una ascendencia construida desde lo cotidiano, que explica por qué su figura está llamada a perdurar en el imaginario cuando finalice su etapa en Málaga. Y por qué no en el techo del Carpena.

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