"Le dimos poco valor a la victoria ante el Gran Canaria y la Liga va a demostrar que sí tenía mucho más mérito que le podemos dar ahora. Cuidado con Gran Canaria, es un equipo que va en la línea de nosotros, con muchísima solidez, pero con un núcleo más hecho y con más registros a nivel de que en medio campo va algunos pasos por delante", exclamaba Ibon Navarro en Málaga Hoy, allá por noviembre. Vaticinaba el técnico vitoriano que iba a ser un punto muy importante en el devenir de la primera vuelta, por cómo empezó a ganar autoestima el conjunto malagueño, aún con poco kilometraje, gracias a una segunda parte donde se empezaron a ver los automatismos reales de lo que se conoce hoy. Un equipo físicamente poderoso, que impone un listón de energía altísimo atrás, y que a partir de ahí empieza a construir un juego cada vez más depurado y rico en ataque. Fue en la segunda jornada (70-63), después de una derrota en Vitoria que generó ruido, también dudas por el desmoronamiento del equipo en el Buesa, y porque empezaban a asomar los fantasmas del pasado. De ahí que desde el club se ponga un énfasis especial a aquel triunfo.

También por el lado emocional de ver al Carpena por primera vez, después de mucho tiempo, con un ambiente limpio y en la fase del flechazo con su equipo. 6.232 espectadores fueron al Palacio aquel día y parecía un mundo, prácticamente inconcebible por cómo había cambiado el panorama en pocos meses. Hoy se supera la barrera de los 9.000 y una sensación que irá a más por cómo se están ganando adeptos. Ya es habitual ver una atmósfera de fiesta, y lo más importante es que da igual el rival. Una de las primeras semillas, además de la Fase Previa de la BCL, otro punto de la temporada crucial, se puso ante los de Jaka Lakovic. 

Después llegó el despegue definitivo con esa racha de nueve triunfos consecutivos, entre noviembre y diciembre, manteniendo una fiabilidad altísima tanto en ACB como en BCL. Además, desde el club se valora cómo el conjunto malagueño tuvo la capacidad de darle la vuelta a un partido que se iba perdiendo en el descanso, más la mochila cargada de perder en Vitoria. La temporada pasada se cayó precisamente con el Granca a principio de temporada, con aquel tiro de Kramer, y se fue arrastrando a lo largo de los meses. Pequeños detalles donde necesitas esa dosis de fortuna. 

Y es que Unicaja y Gran Canaria mantienen ciertas similitudes, dos clubes que anhelan el volver a estar entre los mejores después de tiempos difíciles, más en Málaga que en Las Palmas. Hasta en el modelo de club también van de la mano. Si en la entidad de Los Guindos, desde la llegada de Antonio Jesús López Nieto, uno de los propósitos era recuperar los valores de identidad del club, y una relación ciudad y afición que había quedado algo desgastada; algo parecido ha hecho Sitapha Savané a los mandos del club canario, desde el pasado mes de agosto es el senegalés presidente. Una figura carismática, aún con el récord de partidos de partidos jugados por un extranjero en la ACB, que le ha dado la gestión de la entidad una vuelta de tuerca, y además con unos magníficos resultados hasta la fecha. Desde 2018 no estaban en la Copa, además de una gran trayectoria en la Eurocup, de los serios aspirantes a suceder a la Virtus de Bolonia, con el premio de estar en la próxima edición de la Euroliga. Son dos estructuras sólidas y ambas con el suficiente músculo como para recortar plazos.

Todo proceso tiene su camino, el del Unicaja ha sido el más largo de todos, por el estrés que había encima del club ya en agosto. Se actuó con serenidad en verano y calculando cada paso. No es casualidad que el club tenga una posición tan privilegiada en febrero.