Quien no quiera ver el peligro de LEB Oro... (76-59)
Un segundo tiempo lamentable del equipo malagueño condena a una nueva derrota (seis derrotas en los últimos siete partido de ACB) y el riesgo de descenso es cada vez más real

Este equipo no se entera de que está en el momento deportivo más delicado de la historia reciente del club. Fantasmagórico partido del Unicaja en Gran Canaria. Un decente primer tiempo, con la lengua fuera para aguantar al rival fue el preludio de un tercer cuarto lamentable, en el que se bajaron los brazos y se asistió impasible a un zarandeo rival incomprensible. Que se hayan alineado todos los astros para que en la BCL se pueda progresar es una anécdota al lado del drama que puede venir en la ACB. Parece no haber esa sensación de urgencia en el equipo, de necesidad. Un proyecto mal parido desde el verano que se ha intentado parchear durante la temporada, con una importante inversión en tres jugadores y un cambio de entrenador. Pero lo que mal se diseña es difícil recomponerlo. En Las Palmas volvió la cruda realidad. Como si Katsikaris estuviera en el banquillo y como si no hubieran llegado fichajes. Esa imagen que propició la destitución del griego. Así que hay mirar hacia arriba y hacia abajo para buscar culpables de este despropósito en el que Ibon Navarro, que intenta buscar soluciones, es el último a quien señalar. La dimisión de la segunda mitad es intolerable, no se puede permitir en un equipo que debe ganar sí o sí. Claro que se puede perder un partido, pero no de esta manera.
La situación es peliaguda. Sexta derrota en los últimos siete partidos, octava en los últimos 10. Un calendario teóricamente menos duro viene, pero qué equipo es sencillo en la ACB. Las buenas sensaciones desde que llegó Navarro se evaporaron en el Gran Canaria Arena, en un proceso que se repite periódicamente. Llega alguien, nuevo entrenador y fichajes, pero el elefante sigue metido en la habitación y no hay quien lo vea. Y de nuevo la realidad golpea, como lo hizo en Canarias, ante un equipo que está ahora en racha tras sortear siete derrotas seguidas y que lidera su grupo de la Eurocup.
Aunque es cierto que en el primer tiempo se compitió dignamente y se hizo un buen esfuerzo defensivo, lo cierto es que el Unicaja fue una máquina de perder balones desde el primer momento. Cameron Oliver cató lo que es la ACB. Le sacaron dos faltas rápidamente y no estuvo apenas en pista cuando hubo partido real, aunque dejara de nuevo gotas de su innegable calidad. El Unicaja, que contó con la baja de última hora de Bouteille, le miraba a la cara al Gran Canaria, aunque el rival gobernara siempre el partido salvo un escueto 12-13 al comienzo. Buenos minutos de Carlos Suárez, repartiendo juego desde el poste alto para dar algo de variedad a un ataque que fue un dolor de muelas durante todo el partido. 17 pérdidas de balón, un 25% en triples, una ocupación de espacios deficiente y vuelta al botesistema. Salvo contadas ocasiones en los que la bola circuló con cierta frescura, muchos ataques morían en un tiro malo. Ante rivales de alto nivel físico es recurrente. Se sorteó la situación en Rumanía, no en Las Palmas. No vale la excusa del cansancio. De martes a sábado, aunque sean desplazamientos, hay margen.
Y llegó el segundo tiempo y el desplome. Con una pasividad ciertamente preocupante, el Unicaja salió al partido a verlas venir. Y en cinco minutos el partido se había marchado. Desde el 30-28 al 45-31. Y ya la diferencia se estabilizó entre los 15 y 20 puntos. El Gran Canaria encontró conexiones y puntos que el buen trabajo cajista en la primera mitad habían sepultado. Con Pustovyi, admirable que dé su mejor nivel en el momento dramático que vive su país, de martillo pilón constante, aparecieron Slaughter, Brussino y Ennis para triturar al equipo malagueño.
De ahí al final, un vía crucis impotente. Las caras del Unicaja no permitían creer en una remontada, el juego aún menos. Hubo minutos de rodaje para Cameron Oliver y también para Nzosa. Se han tomado medidas, pero parece que aquí no pasa nada. La ilusión de la BCL no puede tapar ni mínimamente que hay un riesgo cada ve más importante de descenso de la LEB Oro. Y quien no quiera verlo se lleva a engaño.
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