Vélez-Málaga

La sequía y la contaminación impiden a las aves del río Vélez su reproducción

Carteles informativos en la desembocadura del río Vélez

Carteles informativos en la desembocadura del río Vélez / Hugo Salvador (Vélez-Málaga)

En la desembocadura del río Vélez, un enclave medioambientalmente singular en Vélez-Málaga, se alza un santuario natural donde la vida alada encuentra su refugio y su hogar. Aquí, entre los meandros del río y la playa de la costa, se despliega la iniciativa Silencio, se cría, un esfuerzo liderado por Hugo Salvador, presidente de Birdwatching Axarquía. Con el objetivo de salvaguardar la cría de aves y proteger este frágil ecosistema que atesora una riqueza única en la Axarquía, la campaña consta de la instalación de carteles informativos para concienciar sobre la importancia de conservar este paraje natural.

El propósito primordial de Silencio, se cría es proteger la vida que florece en este rincón, un objetivo que cobra urgencia en tiempos de sequía y cambio climático. Salvador, con su dedicación y pasión, ha relatado cómo las actividades humanas y la escasez de agua representan las principales amenazas para las aves y el humedal. 

El humedal de Vélez-Málaga enfrenta una serie de desafíos derivados de las condiciones climáticas cambiantes y la actividad humana. La escasez de lluvias y la sequía prolongada han provocado una disminución en el nivel de agua, "lo que afecta directamente a la disponibilidad de hábitats adecuados para las aves y otras formas de vida silvestre".

Esta reducción en el nivel del agua también aumenta la vulnerabilidad del humedal a la intrusión humana, con el tránsito no regulado de personas y vehículos que perturban el entorno y ponen en peligro la tranquilidad necesaria para la reproducción y crianza de las aves. Además, la presencia de residuos agrícolas, como tubos de riego y plásticos utilizados en los campos circundantes, contamina el humedal y amenaza la salud de sus ecosistemas, exacerbando aún más los desafíos que enfrenta este santuario natural.

A pesar de los obstáculos, la comunidad local y otros grupos interesados han respondido con entusiasmo a la llamada de la conservación. La campaña ha logrado trascender fronteras, atrayendo la atención y el apoyo tanto de residentes como de visitantes extranjeros. Sin embargo, el camino hacia la protección del humedal presenta dificultades adicionales, desde la falta de reconocimiento legal hasta la persistencia de prácticas perjudiciales para el entorno.

Cartel informativo de la campaña 'Silencio, se cría' Cartel informativo de la campaña 'Silencio, se cría'

Cartel informativo de la campaña 'Silencio, se cría' / Hugo Salvador (Vélez-Málaga)

Las aves más afectadas

En medio de este paisaje marcado por la sequía y la intrusión humana, las aves migratorias emergen como los seres más vulnerables. Su viaje anual se ve amenazado por la escasez de agua y la degradación del hábitat. En este contexto, la campaña no solo busca proteger a estas aves durante su época de reproducción, sino también fomentar un mayor conocimiento y respeto por este rincón natural. 

Este año en el humedal de Vélez ha sido testigo de una "migración atípica" que refleja las condiciones climáticas inusuales y el tránsito humano que han prevalecido desde el inicio de la temporada. Las temperaturas suaves han retrasado tanto la llegada de aves migratorias desde el norte de Europa como el retorno de las aves africanas hacia el sur. Según Salvador, en este escenario, "la presencia de aves en el humedal ha sido notablemente reducida en comparación con años anteriores". Es un fenómeno inverso y desconcertante, donde las aves migratorias, acostumbradas a hacer escala en este oasis durante su viaje, se ven afectadas por estos desafíos.

Entre las especies más afectadas por estos cambios imprevistos se encuentran los correlimos tridáctilos, que suelen recorrer miles de kilómetros desde África hasta el Círculo Polar Ártico, haciendo una parada estratégica en el humedal de la capital axárquica. Sin embargo, este año su presencia ha sido escasa. Además, tanto los chorlitejos chicos como los grandes, habituales visitantes del humedal, han experimentado una disminución en su número. Esta situación ejemplifica el impacto desproporcionado que las alteraciones climáticas y el tránsito humano pueden tener en las aves migratorias, que confían en estos parajes naturales para descansar y reproducirse durante su largo viaje.

En definitiva, la participación activa y la concienciación son las herramientas clave para preservar este humedal para las generaciones futuras, asegurando que el silencio continúe criando vida en la desembocadura del río Vélez.

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