Acción Social

Coro Carlos Álvarez: por la música que los une

  • El coro Carlos Álvarez es más que una formación vocal, es un proyecto integrador que aúna el esfuerzo de adolescentes de zonas de transformación

  • Algunos miembros han tenido formación en escolanías y para otros es su primera vez

Algunos de los integrantes del coro Carlos Álvarez rodean a su directora Elena Rodríguez.

Algunos de los integrantes del coro Carlos Álvarez rodean a su directora Elena Rodríguez. / Javier Albiñana (Málaga)

Para el barítono malagueño Carlos Álvarez, “que un grupo de niños se reúnan para hacer música en conjunto, aunando sus esfuerzos, sus inquietudes y sus ganas de cantar es siempre una muy buena noticia”. Por eso, cuando le propusieron apadrinar un proyecto musical como el que Incide ha puesto en marcha en el entorno de transformación de Cruz Verde y Lagunillas se quiso sumar a la iniciativa. Elena Rodríguez dirige a la treintena de jóvenes que componen el coro Carlos Álvarez. Algunos de sus integrantes ya contaban con una formación en escolanías. Para otros ha sido su primera vez.

María Hurtado tiene 16 años y estudia en el IES Puerta Oscura. Ella cantaba en el coro del instituto que dirige José Antonio Ariza, el barítono y profesor de música que ha contagiado su amor por el canto al centro educativo. Cuando supo de las audiciones, quiso participar. “Los chicos están escogidos por sus cualidades vocales, todos tienen mucha capacidad porque la selección ha sido exhaustiva”, indica la directora.

Sofía Poleo, de 13 años y alumna del colegio Gibraljaire, canta desde pequeña. “He estado en la Escolanía Gibraljaire con la directora Susana Cortés y he estudiado música además en el Conservatorio Profesional de Danza”, indica Sofía. También Adrián Lozano, de 12 años, se formó en la Escolanía Nuestra Señora de la Victoria del colegio Lex Flavia Malacitana. Allí compartió atril con Jerónimo Javier Grandas y Miguel Wenzlaff.

“Hicimos difusión desde Incide para la prueba de acceso y buscando me quedé muy sorprendida del talento oculto que hay en colegios e institutos, hay muchos chicos y chicas con grandes voces por descubrir”, indica la directora del coro. Ilyos Rezzouk, de familia marroquí aunque nacido en Málaga, fue uno de ellos. Asegura que nunca había cantado antes pero le atraía y tuvo el valor de presentarse a la prueba, compuesta por una parte rítmica con ejercicios de percusión corporal y otra con ejercicios preparados para “ver las tesituras y la amplitud vocal de los participantes”, indica Rodríguez.

También es un debutante Alejandro Bandera, de 15 años. Aunque su abuela canta flamenco bajo el nombre artístico de La hija de Rocío Jurado, él no había afinado más que en la ducha y junto a su madre. “Yo hice la prueba porque me metí de polizón, como una especie de broma, pero mi compañero me dejó allí solo, y me dije que ya que estaba iba a participar”, relata. “Es así, no lo tenía en el listado, pero lo hizo y muy bien”, agrega la directora.

Parte del coro en el instituto Cánovas del Castillo. Parte del coro en el instituto Cánovas del Castillo.

Parte del coro en el instituto Cánovas del Castillo. / Javier Albiñana (Málaga)

Yihad Amezian estaba muerta de miedo. “Pensé que me iba a salir fatal, estaba muy nerviosa pero Elena me animó”, recuerda la joven estudiante del IES Cánovas del Castillo. A Laura Martín, amiga de Yihad, siempre le ha gustado cantar y bailar. “A los 12 años quise entrar en el conservatorio elemental, hice la prueba y aprobé pero me quedé sin plaza porque tienen prioridad los niños de 8, pero es que a esa edad muchas veces no sabes nada, no se te ocurre ir a un conservatorio”, apunta. Así que tenía una espinita clavada que quiso sacarse con este proyecto. “Ella lo veía como la oportunidad que no tuvo”, comenta Elena y subraya la necesidad de un replanteamiento del sistema de acceso a estas enseñanzas.

A Yolanda Fabián, sin embargo, no le había interesado nunca cantar hasta hace un año, cuando empezó a emular las voces de sus cantantes favoritos, intentar llegar hasta donde ellas y ellos lo hacían. “Estaba muy cortada pero superé la prueba”, recuerda. En mayo comenzaron los ensayos y la convivencia del grupo. “Tenemos a unos compañeros muy agradables y una profesora de canto muy buena, así que la experiencia está siendo muy divertida”, comenta Jerónimo.

Han trabajado mucho, tanto en casa como en el aula, pero procuramos que las sesiones sean divertidas porque si no esto no sirve de nada”, afirma la directora. Una vez que traen estudiada la letra y la melodía, en los ensayos se trata de compactar todo y perfeccionar. “Las familias me dicen que están cantando mucho en casa”, asegura Elena con satisfacción.

“Todavía estamos en un proceso de formación bastante primaria, estamos en la base”, añade. Aún así, su primera aparición sobre el escenario fue bastante bien. “Se veía se pequeño miedo que aún tienen pero la experiencia fue muy positiva, ahora se trata de ir mejorando”, apunta la profesora y técnica de Incide.

Ya están preparando el repertorio y en septiembre volverán al trabajo. Una labor que para algunos podría ser el germen de una futura carrera como cantantes. Jerónimo, de hecho, ya de pequeño componía canciones. El 24 de septiembre se subirán por segunda vez a un escenario. Será en la apertura del curso de la Facultad de Ciencias de la Educación.

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