Deportes

El Málaga vuela hacia el podio (1-2)

  • Los de Pellegrini cosechan otro triunfo fundamental, de nuevo remontando, en dos minutos de inspiración ante Casilla. Igualan con el Valencia en la tercera plaza e invitan a soñar con lo máximo.

Si la historia tenía pensado en algún momento darle gloria al Málaga, éste es su prólogo. El equipo no tiene freno en la Liga de los mortales, el mundo más allá de Real Madrid y Barcelona. Ya se ha puesto en paralelo al Valencia y parece decidido a no parar hasta acabar en el podio de la clasificación. Porque le mueven la ambición y la seguridad, que le están vistiendo como a un conjunto poderoso, imparable, ya incluso legendario. La afición paladea las mieles que se le negaron a todas las generaciones previas, los renglones que muchos pensaban que siquiera se escribirían alguna vez. El tren del éxito está a punto de llegar a Martiricos. Es momento de disfrutarlo.

Muchos desearían que hoy se acabara la Liga, pero el devenir del equipo no invita a pedir que se pare el tiempo. El Málaga se ha convertido en un portaaviones indestructible, avanza con firmeza y le sobran los recursos. Y ha olvidado la palabra imposible. Estuvo a punto de postrarse ante el Espanyol, que necesitó del ingenio de Coutinho para ello, pero se levantó y revolvió el encuentro en dos minutos indómitos. Vivieron los catalanes en un dominio superficial hasta que de nuevo en el tramo final el Málaga braceó como un gigante para sumar su quinta victoria en seis encuentros.

Como el Madrid de Pellegrini, los blanquiazules demostraron que las vicisitudes no le aplacan, sino que desatan su fútbol. De hecho, el Espanyol no se puso por delante en el minuto 24, despertó a la bestia. Aunque en ese momento se hizo de noche. Coutinho, emulando a su paisano Ronaldinho, vio el futuro antes que nadie en la falta que convirtió. Intuyó que la barrera saltaría por la cercanía del tiro. Así que esperó su salto para disparar como el que intenta embocar en el green. Marcó y, aunque pasó desapercibido en ese momento, hizo carambola mandando a Caballero al palo y eliminando a un enemigo. Se cumplió así la ironía imaginada: Kameni debutaba en el equipo que le dio todo.

Pero este Málaga, que bajo el traje de etiqueta lleva el mono de trabajo, se desabotonó y desparramó sus herramientas por el campo, sobre todo a Isco y Cazorla. Si remontó en dos minutos, en otros dos se topó con los postes. Maresca, que se ha acordado del trequartista que era en Italia, llegó desde atrás como ante el Rayo, aunque esta vez con destino a la cruceta. Luego Isco impartió un clínic exprés de cómo colocar cuerpo y pierna para conectar una volea. El milagro no fue que no entrara, sino que la madera siguiera en pie. A Eliseu se le negó la gloria en la prolongación y el descanso actuó como el guardaespaldas del Espanyol.

Sin embargo, una vez más el segundo tiempo liberó la producción blanquiazul; 14 de los últimos 15 tantos han llegado en este tiempo. Se le embudó el choque al Málaga, que llegó más de lo que remató. Comoquiera que el Espanyol se encomendó a un Coutinho que tiene más magia que gasolina, sin grandes amenazas a la contra se permitió adherir hombres al ataque. La mayoría, salvo Monreal, se apilaron por el centro, donde Rondón era un hombre invisible.

Entonces Pellegrini volvió a convertir sus tres cambios en los tres deseos de la lámpara. Kameni había salvado el segundo de Romaric; el tercer recurso, la entrada de Van Nistelrooy por Maresca, volvió a abrir las aguas para el paso del equipo. Se descolgó un poco más Rondón y aparecieron fugas en el muro blanquiazul. Si hay expertos en aprovechar las rendijas, ésos son Cazorla e Isco. Cuando el fútbol gira en torno a ellos, el Málaga se torna maravilloso y analgésico. Ambos se asociaron de fábula en el empate. Cazorla puso la visión periférica y la asistencia; el malagueño el desmarque, el control imantado y el fallo, que permitió bautizar a Van Nistelrooy en el encuentro. Se le achaca al holandés que la edad no le da para ocupar tantos espacios como hacía en sus mejores días, pero sigue siendo joven cuando juega dentro del área. El gol de ayer hizo el número 231 en su paso por las grandes ligas de España, Holanda, Inglaterra y Alemania.

Este Málaga para el que un empate son migajas de nuevo se prendió. Y enseguida encontró el segundo. Cazorla casi convierte el balón en uno de rugby con su rosca; Rondón le devolvió la elástica con un remate de futbolista antiguo, marcando los tiempos, y Casilla también pidió hueco en la foto con una mano milagrosa. Pero ahí estaba Demichelis para rebañar. No chutó el solo, ese balón lo empujaron todos los malagueños. El gol fue como un obús rumbo a la red y a la Champions, cuyo himno suena cada vez más fuerte en la cabeza de los aficionados.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios