Carlos Hernández Pezzi

Un deseo llamado tranvía

LAS mentiras, medias verdades y manipulaciones de la opinión pública relacionadas con el Metro servirían para un capítulo de la Biblioteca de Babel de J. L. Borges. El proyecto del Metro Málaga no tiene ningún gafe, ni es objeto de ninguna maldición. Pese a ello se sumerge en túneles procelosos. Es como si un laberinto de plazos, proyectos y planes se hubiera confabulado con la crisis para hacer que la narración de los agentes, Ayuntamiento, Junta de Andalucía y concesionaria, se complique como una teleserie que no acaba nunca.

Pero existen explicaciones, unas en superficie -más transparentes- y otras menos explícitas y claras. En principio, nada parece más lógico que revisar programa, proyecto, presupuesto y plazos del Metro a la vista de la crisis de inversión pública. La sostenibilidad económica y ambiental debería prevalecer. La nueva consejera de Fomento, Elena Cortés, demuestra valor al exponer las dificultades actuales para hacer una obra que tal vez nunca se debió programar bajo tierra; también cuando dice que el proyecto de la Junta supondrá un coste inferior a hacerlo soterrado, ya que su presupuesto alcanzaría los 206 millones, mientras que la propuesta del alcalde se situaría en 438 millones más.

Los cambios de titulares del departamento, las prácticas habituales de proyectos sin garantías financieras suficientes y la falta de altos criterios políticos en las inversiones son patológicos. Pero Cortés, cifras aparte, argumenta con razón y convicción. Más aún, en 2013, cuando la crisis estalla en recortes y aplazamientos en los proyectos precedentes. Pero Valencia tuvo tranvía en 1994; A Coruña, desde 1997; Bilbao, 2002; Alicante, 2003; Barcelona, 2004; Metro Ligero Madrid 2007; Sevilla 2007; Zaragoza 2011... Por no decir Múnich, Milán, Turín, Burdeos.

El tranvía en superficie es lo más compatible con la peatonalización de la Alameda e integración del Guadalmedina, porque el ancho de la Alameda es de 64 metros, frente a los ocho que ocuparía la plataforma del tranvía. El tranvía constituye una plataforma de carril plano y la más compatible con el peatón, cuya soberanía en el Centro se demuestra en la calle Larios y coincide en defender peatón y cambiar a malla de movilidad ligera con el Plan de Movilidad Sostenible de Málaga.

El cambio cultural que supone aceptar y contribuir a políticas europeas de transporte contemporáneas aún no se asume por el Ayuntamiento porque el alcalde tiene una perspectiva anticuada. Mal aconsejado, De la Torre, por ejemplo, no entiende el Corredor Ferroviario del Mediterráneo de la UE si no pasa por la Plaza de la Marina. No le vale que vaya de Algeciras a Ronda, Antequera (puerto seco) y Bobadilla, con un ramal del puerto de Málaga a Antequera; la solución para completar un tráfico no deseable directamente por la costa. A Ferromed y a otros (que no viven en Málaga) les viene bien concentrar flujos radiales de productos a las capitales, en la óptica borrosa de la soberanía de CIU, en vez de seguir las directrices de la UE, de hacer porosos los territorios transversales...

No sólo eso, sino que, el alcalde, confundiendo a la ciudadanía, además mezcla corredor litoral con corredor mediterráneo, y estos dos con los de mercancías y pasajeros. Estos malentendidos esconden el ansia por el doble túnel excavado hasta La Malagueta, conteniendo todos los corredores de transporte en uno sólo, sin importar el daño ambiental, el faraónico coste económico o la concentración de flujos de transporte, incompatibles o peligrosos, que tal convergencia supone. Y eso para llegar a Almería (destrozando el litoral y el subsuelo que queden). pasando por Málaga-capital-nodo, sin entender que el territorio malagueño es otra cosa.

La clave oculta de este proceso tranvía/Metro podría ser que el "cajón" de la Alameda se quiera de doble tamaño. Es una carta que, como el intercambiador. Los delirios subterráneos van parejos a la antigualla de organizar un corredor costero enterrado (y mixto) casi en la playa. En mi opinión de ciudadano, arquitecto, urbanista, y concejal raso, ejecutar el Metro irreversible en un hiper-nodo malagueño en la Alameda Principal-Plaza de la Marina es construir un descalabro territorial insostenible y perder una oportunidad de mejorar la calidad de la vida. Ahora, y en 2025, esto es un contrasentido. Por eso, nuestro proyecto ciudadano y de paisaje urbano peatonal es en superficie. Y nuestro deseo se llama tranvía.

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