La vida familiar del gobierno andaluz

Conciliar con el ejemplo

  • Las consejeras tienen menos hijos de media que los consejeros · Éstos evitan hablar de su realidad cotidiana en público alegando incluso pudor · Todos coinciden en la dificultad para compaginar los horarios familiares

Evangelina Naranjo recoge su despacho tras la última reunión del día y saca del bolso otra lista que ha escrito a mano, de memoria, mientras iba en el coche oficial camino de un acto. Leche, tomate frito, detergente en polvo, una mopa... Sale apresurada de la consejería camino del supermercado de su barrio y apenas tiene una hora para hacer la compra, llevarla a casa e incorporarse a una comida de trabajo. Es un viernes cualquiera, pero ningún día es igual a otro en su agenda. "Sé a qué hora empiezo a trabajar, después de dejar a mi hija en el colegio, nada más", comenta la titular de Justicia. A su agenda institucional se suman, en la tarde-noche, los actos de partido y las tareas ineludibles de cualquier madre y ama de casa. "Termino un pleno a las tantas, agotada, y estoy pensando en llegar a tiempo al centro comercial para comprar los calcetines que necesita mi hija y de un acto a otro voy llamando al pediatra", comenta la consejera más joven, que enviudó hace siete años, cuando su hija Eva era todavía un bebé.

Juan Espadas, el consejero de Vivienda, se reparte las tareas con su esposa. Él es el encargado de arrancar por la mañana a los niños, de 12 y 9 años. Los deja en el colegio y su mujer los recoge. "Yo abro y cierro la tienda porque no madrugo tanto como ella y los fines de semana me empleo a fondo, meto bastante el cuello en casa, únicamente no cocino porque mi mujer lo hace mejor", dice convencido de que es un ciudadano corriente, que entiende la igualdad y al que le encanta sacar su carro de compra los sábados para ir al super "y a donde haga falta".

Estos dos consejeros se confiesan afortunados por tener a su familia en Sevilla. Cuando media la distancia, la conciliación se hace más difícil. Naranjo hace lo imposible para dormir en casa todos los días, "aunque tenga que volver a las 4 de la madrugada de Almería" y Teresa Jiménez, la consejera de Educación, aprovecha cualquier paso cerca de Granada, donde residen su hijo y su marido, para verlos. Es habitual que los consejeros programen sus actos para acabar la semana en la provincia de residencia familiar.

La cita con esta consejera granadina para este reportaje se realiza a las 08:20, en el instituto del Albaicín donde estudia su hijo, de 12 años. "Esta separación geográfica hace más difícil el reparto físico de las tareas, pero yo intento conciliar los fines de semana, los sábados y domingos compro, pongo lavadoras...", explica insistiendo en que su objetivo es educar a su hijo en un ambiente de corresponsabilidad, "porque le hará ser mejor persona".

Luciano Alonso intenta también llevar lo mejor posible la distancia con los suyos. El consejero malagueño vive a caballo entre Sevilla, donde tiene un piso, y Málaga, donde reside su mujer. "Las noches en el apartamento son muy duras", confiesa el titular de Turismo y Deportes. Echa de menos a su esposa y también a sus dos hijas. Esther está independizada con su pareja y María estudia y reside ahora en Nantes. Con orgullo de padre relata la brillante carrera académica de su prole. Cuando nació la mayor, él era docente y cuidaba a la pequeña por las tardes porque su mujer estaba estudiando su segunda carrera. Con la menor se invirtió la situación, porque él estaba en el Senado y viajaba mucho a Madrid. "Ni era fácil antes ni lo es ahora", comenta.

Clara Aguilera confirma que no es más sencillo si no se tienen hijos. Ella es la única del Ejecutivo de Chaves que está soltera y sin descendencia, pero su pareja reside fuera de Andalucía y hay veces que se siente sola. "La política conduce a esto muchas veces y, en otras, hace que la mujer vaya retrasando la decisión de tener hijos y, aunque no es mi caso, al final se frustren", confiesa consciente, como muchos, de que la maternidad sigue siendo un freno para la mujer en política. "Es un bien social, elegir entre ser madre o desarrollar tu carrera es muy duro", advierte Micaela Navarro.

De hecho, sólo la consejera Rosa Torres tiene tres hijos; Evangelina Naranjo, Teresa Jiménez y Cinta Castillo tienen uno y María Jesús Montero y Micaela Navarro, dos. La media de los consejeros es más elevada: José Antonio Griñán, Francisco Vallejo y Martín Soler tienen tres y el resto, dos. En lo que respecta a la estabilidad familiar, las separaciones son más frecuentes entre los consejeros, tres hombres y una mujer han pasado por ese proceso.

La sociedad evoluciona, se imponen nuevos modelos familiares, pero todavía queda mucho por cambiar. Juan Espadas y Luciano Alonso son los únicos hombres que se han mostrado abiertos a dialogar sobre la conciliación. A pesar de la insistencia de la consejera de Igualdad sobre la necesidad de que el Gobierno en pleno se preste a hablar sobre estos temas en público, el resto de consejeros alegan que tienen demasiados asuntos pendientes, que sus hijos ya están mayores e incluso alguno se ha mostrado su pudor a la hora de airear "temas personales".

Micaela Navarro tiene su particular diagnóstico: "Es una cuestión cultural, ellos están aprendiendo ese nuevo papel de la conciliación y lo experimentan con agrado, pero pocos lo comentan en público". Es típica la imagen con la que se cierran algunas reuniones de trabajo: ellos hablando de fútbol y ellas relatando las últimas novedades de sus hijos. "Pero cada vez menos, la conciliación se ha impuesto de una manera clarísima", asegura Juan Espadas. Clara Aguilera matiza que algunos no se atreven a verbalizar su oposición a estos temas porque es política y socialmente incorrecto. No obstante, Teresa Jiménez cree que en el Gobierno andaluz no hay diferencias de género, sino de personas. La cocina no es el fuerte de Luciano Alonso ni de Juan Espadas, pero menos el de Micaela Navarro, que se muestra sorprendida cuando llega a casa y se halla con sus dos hijas, María y Ángela, de 27 y 23 años. Le cuidan y le preparan la comida: "Los papeles han cambiado, son muy maduras y es una satisfacción". No siempre fue así.

Comer en casa es un lujo que Micaela Navarro, por ejemplo, suple con platos caseros en un bar cercano a la consejería en el barrio del Cerro del Águila. Ir al cine con su hija es para Evangelina Naranjo, más que un lujo, un deber que ella misma se impone con gusto. "Los jueves abro la prensa y lo primero que miro es la cartelera para ver qué estreno hay y dónde ir", comenta. Luciano Alonso considera que el ocio es un derecho social conquistado en el siglo XX y hace grandes esfuerzos para no perderlo por el exceso de trabajo. El consejero de Obras Públicas, Luis García Garrido, tiene fama de pasar demasiadas horas en el despacho. "Hay que saber parar y establecer prioridades: yo dije que no a un acto oficial en mi pueblo el día de la graduación de mi hija", recuerda Micaela Navarro.

Para desconectar el consejero de Turismo no encuentra nada mejor que ver un partido de fútbol con sus hijas, del Atlético o del Málaga. Una buena charla con su mujer sobre cine o música son también buenas formas de conciliar, según él. Hay otras opiniones. La de Evangelina Naranjo es contundente. "Yo no conozco a ningún hombre que concilie como una mujer, ni dentro ni fuera del Gobierno".

La consejera de Igualdad matiza que tener familia no equivale a tener vida familiar, ni ayudar a conciliar, y la de Gobernación tiene muy claro que éste ha dejado de ser un problema de mujeres. "Me siento orgullosa de pertenecer a un partido y un Gobierno que ha sido capaz de poner a un gran batallón de mujeres en los ayuntamientos, diputaciones, en el Parlamento... y de hacer que la empresa privada hoy se sienta incómoda si no tiene presencia femenina", añade. El orgullo es compartido por consejeras que llevan años en esta lucha, como Teresa Jiménez o Cinta Castillo, o por otras como Evangelina Naranjo, que se autodefine sin reparo como producto de la cuota. Y todas reconocen el papel del presidente Chaves, "que, generacionalmente, podría estar en otra línea, pero que ha sido siempre un convencido de la igualdad", asegura Aguilera.

El reto ahora es convencer a todos los hombres para que abanderen la lucha contra la discriminación. El hijo de Teresa Jiménez no aplaudió en una fiesta de fin de curso a unas compañeras que interpretaron la danza del vientre por considerar que era un baile discriminatorio. La consejera de Educación tuvo que emplearse bien para explicarle que era una muestra de interculturalidad, pero, al menos, confirmó que las políticas de igualdad que fomenta su departamento dan resultado. No hay nada como predicar y conciliar con el ejemplo.

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