Entre bambalinas

Volveremos por febrero

  • Una vez anunciada la suspensión del Carnaval, es el año de las oportunidades para no permitir que sufra la crisis de los cuarenta

El gran desfile del Carnaval pasa por calle Larios.

El gran desfile del Carnaval pasa por calle Larios. / J. L. P.

No puedo negarlo: el pellizco en el estómago y la sensación de vacío llegaron por sorpresa el pasado viernes con el anuncio de la suspensión de los principales actos del Carnaval de Málaga. Una vez que Cádiz o Río de Janeiro habían dicho “no” a su fiesta, y viendo la evolución de la pandemia, podía ocurrir lo mismo en la ciudad del paraíso. Y así es. No habrá concursos ni actividades en la calle, pero la Fundación deja una puerta abierta a que se puedan realizar otras iniciativas porque el Carnaval es incapaz de morir.

Desde el viernes por la tarde fueron muchas las reacciones en redes, desde el “era de esperar” a la tristeza plena. Juan Acejo, que cumple décadas a la par que la fiesta, me contó que sentía tristeza por la decisión. Es comprensible cuando la vida se cuenta en carnavales y, para quienes hicieron por grupos de canto, por tipos. Ahora que comenzaba la época de los ensayos y de preparación de los disfraces, la fiesta se trunca pero no se detiene. La decisión, sopesada y valorada con el colectivo que la hace posible, se transforma en una prueba de fuego para la Casona: cuando se comienzan a montar las luces de Navidad en septiembre, ¿cómo se afrontará el mes de febrero?

Pase lo que pase, la réplica a gran escala de Momo debería volver a instalarse, y esta vez en la plaza de la Constitución. A falta de escenario, qué menos que presentar la figura en el corazón de la ciudad. Que se note que el Carnaval está, que sus actos son otros y además limitados, pero que nadie pierde nada por pintarse en la mascarilla unos coloretes. Tras cumplir 40 años de su recuperación, lo que nadie debe permitir es que la fiesta entre en la crisis de la madurez por culpa de un virus. Al contrario, quizás la epidemia sirva para concienciar a todos de una necesaria segunda juventud. Con el veneno justito, a ser posible.

Es el año de las oportunidades, si lo pensamos bien. Es el momento de trasladar el Carnaval a las escuelas, para que pueda conocerse en sus muchas variantes, aunque sea a través del vídeo. Tiene la oportunidad para ser solidario, para conseguir alcanzar los barrios y que Málaga se disfrace o que, al menos, se lo crea. Aunque falten las pisadas que hacen retumbar el escenario, que se pise fuerte para no dar ni un paso atrás. Ya hay agrupaciones de canto dispuestas a entonar sus odas sin premio. A otras les vendrá bien la pausa para volver a volver.

Llegará de nuevo la tarde más especial a la orilla del mar que esperará a la noche. Con música y las gafas de sol en la cabeza, una vez perdida su utilidad. En la agradable compañía del amigo, esperando a que la hoguera esté a punto. Recordando viejos momentos, dejando que la mar serene el alma con su vaivén. En esa misma arena que ya se enfría. Que el boquerón arda, que tendremos que renovar nuestra alianza.

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