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Del Barça de Guardiola al Barcelona de Leo Messi

  • Lo que encuentra el Barcelona en estos días es un equipo en magnífica forma que tiene en el argentino a un líder descomunal. No sólo marca goles, sino que expone una influencia completa en el juego.

El Barcelona contemporáneo fue un  equipo de autor, pero ahora cambió la firma: si antes llevaba la  rúbrica de Josep Guardiola, ahora aparece Lionel Messi como el  indiscutible abanderado.  La actuación del argentino fue colosal en el partido del miércoles  por las semifinales de la Liga de Campeones. Firmó dos goles, uno de  ellos memorable, y añadió una asistencia para derribar 3-0 al Bayern  Múnich, precisamente el equipo que ahora entrena Guardiola. La prensa española dio cuenta del impacto generado por  Messi. "Hundió al Bayern, desactivó el factor Guardiola y colocó al  Barça a las puertas de Berlín (sede de la final). En tres minutos  mágicos marcó dos goles y sentenció la eliminatoria. Su talento,  ambición y orgullo son imparables", afirmó el diario Sport, que  sentenció sin reservas: "Volvió a ser Dios".  

Guardiola marcó una época en el Barcelona entre 2008 y 2012. No  sólo fueron los 14 títulos que conquistó, sino el sello que dejó,  con un juego hermoso, lleno de combinaciones interminables, que  cautivó en todo el mundo. Por supuesto, Messi era -junto a Xavi Hernández y Andrés  Iniesta- un arma fundamental en el campo, el martillo de un conjunto  implacable. Menos carismático que su entrenador, propició que el  equipo fuera conocido a nivel global, incluso hasta hoy, como "el  Barcelona de Guardiola".  

El entrenador catalán se marchó en 2012 con una frase enigmática:  "Me voy porque nos podríamos hacer daño". Estas palabras se  entendieron desde la perspectiva de un deterioro en las relaciones  entre técnico y jugadores. Incluido Messi, quien el martes no  escondió que cortó su vínculo con Guardiola en cuanto el entrenador  se fue.  Pero ahora, lo que encuentra el Barcelona en estos días es un  equipo en magnífica forma que tiene en Messi a un líder descomunal.  No sólo marca goles, sino que expone una influencia completa en el  juego. Participa en la elaboración, asiste y hasta recupera balones.  

Y luego quedan detalles como los del miércoles, con ese segundo  gol en el que quebró la cintura de Jerome Boateng para culminar su  brillante acción con un sutil toque por encima de Manuel Neuer. Un  tanto que dio la vuelta al mundo y que escenificó el actual reinado  del argentino. Messi no tiene actualmente sombras mediáticas que lo opaquen. Con  Neymar y Luis Suárez aceptando el liderazgo del argentino, tampoco  encuentra en el banquillo una figura tan carismática como la de  Guardiola.  

Luis Enrique es un técnico de un perfil muy diferente. En primer  lugar, no es un entrenador de fácil trato con los medios ni con los  aficionados. Tampoco con los futbolistas. Y en segundo término, su  propuesta futbolística no es "de autor".  El Barcelona que diseñó es un equipo que utiliza con asiduidad el contraataque, una palabra que sonaba casi como una herejía en el club  azulgrana hasta no hace mucho. Es un conjunto que mezcla estilos y  que busca ante todo el equilibrio, tanto en ataque como en defensa.  

Y en ese diseño, Messi es el gran arquitecto, un futbolista que esta temporada parece dispuesto a ajustar cuentas con el pasado más reciente tras una anterior campaña en la que nunca se sintió cómodo  por las lesiones y otras cuestiones. Ni con su equipo, con el que no  ganó títulos importantes, ni con la selección argentina, apartada del  título mundial en la final.  Es el Barcelona de Messi, un jugador con una misión: conseguir el  primer "triplete" para los azulgranas desde 2009. Precisamente aquel  fue el primer año del Barcelona de Guardiola.

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