"Bielsa cambió el estatus de los chilenos, nos hizo mejores"
"El primero de una generación" relata sus orígenes y rescata un currículo desconocido aquí: "En el Mundial sub 20 Giovinco me quitó el título de mejor jugador, en Zagreb me querían mucho"
Pedro Andrés Morales Flores (Concepción, Chile, 1985) ha pasado de anónimo a sensación en apenas unos meses. Llegó como un desconocido, pero siempre tuvo un cañón en la pierna diestra. Es el único fichaje de invierno que ha conseguido la confianza plena de Manuel Pellegrini. Ahora que se juega su futuro blanquiazul en dos meses, merece bastante la pena conocer su historia. Tiene mucha miga. Su apariencia parece situarle en esa manida historia de chico de familia humilde al que rescata el fútbol. No es así.
-¿Quién es Pedro Morales? ¿De dónde viene?
-Somos cinco en mi familia. Mi mamá hace poco empezó a trabajar como secretaria de una consulta odontológica. Mi papá trabaja en una empresa donde fabrican todo tipo de alambres y clavos, ya desde hace muchos años. Está allí bien. Un hermano tiene 25 años y el otro 15. El mediano, Gustavo, estudia Administración de Empresas, le gustan mucho los videojuegos, ha ganado campeonatos de Play. Está muy metido en eso. Y el chico ahora está ennoviado, le gusta mucho la bicicleta, el skate y juega balonmano. Está jugando por una universidad y lo siguen desde la selección chilena. Ambos intentaron jugar al fútbol, pero el sacrificio diario no les gustó mucho.
-¿Era usted el responsable?
-Los tres hermanos somos responsables, nuestros papás nos criaron muy bien. Tenemos muchos valores. Somos una familia de bien. Mis padres trabajan y mis hermanos son sanos, y eso me tiene más tranquilo, no tienes por qué estar preocupado por ellos.
-¿Su aproximación al fútbol fue el clásico de la pelota en la calle?
-Sí, con los amigos en la calle, y de ahí al fútbol de barrio. Pero a mi papá no le gustaba mucho eso, así que se dio la opción de que un amigo de un tío mío me llevara a Huachipato a probarme. Ahí me vieron y a la semana me dijeron que ya era uno más. Compaginándolo con los estudios, pero a nivel profesional. Así empezó todo, hace muchos años.
-Y en el Huachipato debutó como profesional a los 17 años.
-Así es. Fui el primero de una generación. Después llegaron las selecciones menores, el Sudamericano, el Mundial. Hice buenas temporadas allí hasta que en 2007 me compró la U. Ese año anduve muy bien, fui goleador, no fuimos campeones, pero entonces ya me iba bien. También llegó el campeonato de Toulon, donde me vio el Zagreb y me compró. Ahí empezó la aventura europea.
-¿Con quién coincidió usted?
-Recuerdo cuando iba con las inferiores chilenas que había un complejo deportivo donde entrenaba Alexis con el Cobreloa. Destacaba mucho. Todo el que lo veía decía que ahí había muy buen jugador. En las inferiores coincidí con él, Vidal, Medel, Colocho, Marcelo Díaz, del Basilea, Matías Fernández... Me tocó una buena generación.
-Y sale de Chile para sustituir a Modric en un equipo que gana la Liga croata desde 2005.
-Cuando llegué conocía poco el club. Por internet miré la ciudad, jugadores. Al aterrizar, estaban vendiendo a Modric al Tottenham. No lo tomé como la responsabilidad de suplir a un tipo que habían vendido por una barbaridad de millones. Me contaban que era muy destacado y muy buena persona. Somos jugadores distintos. Nunca pensé ni dije que iba al Dinamo a hacer las mismas cosas que Modric. El idioma era difícil, el invierno muy duro, pero me acostumbré. He leído que no fue bien mi estancia allí, pero los dos primeros años fueron muy buenos. La prensa me eligió mejor jugador, salí goleador en un campeonato, siempre campeones, jugamos Europa League y Champions, marqué, la gente me quería mucho en la ciudad... A los dos años y medio llegaron problemas en la espalda, no paraban las molestias y la cabeza no lo asimiló bien. Todo me molestaba...
-Y encima ocurre el trágico terremoto de 2010...
-Yo estaba durmiendo en casa. Me levanté para ir a concentrarme con el equipo y revisé mi Blackberry. Vi un mensaje de una prima que vivía en España: 'Primo, un terremoto de 8,8 en Chile, llama a la familia, no sabemos nada'. Empecé a comunicarme por Blackberry, porque no funcionaba el teléfono. Mis padres estaban en Concepción, cerca del epicentro. Logré contactar con mi mujer, que estaba en Santiago. Fue increíble lo que vivieron ellos. Hasta la semana siguiente no supe nada de mis padres. Jugué con el Dinamo sin saber nada y luego tenía vuelo a Chile con la selección. Teníamos dos amistosos. Estando en Alemania me dijeron la posibilidad de suspenderlo. Yo pedí permiso a mi club para viajar. Hice múltiples llamadas y pude viajar a Chile, pero el aeropuerto no estaba operativo. Llegué a Buenos Aires, tuve que ir a la embajada chilena para ponerme en una lista para viajar. Me levanté a las 6 sin haber dormido. De ahí me derivaron a otro aeropuerto. Agarré a una azafata y le dije que tenía que volar sí o sí, que no sabía nada de mi familia. Me metió en un avión a Mendoza [Argentina] y de ahí en un bus a Santiago, cinco horas. De ahí tomé un taxi a donde estaba mi señora. Después nos empezamos a comunicar con nuestras familias, ella tampoco sabía nada. Intentamos mandar ayuda económica y alimenticia. A través de la Policía mandamos cajas y sobres con dinero. Por suerte no tuvieron problemas con la casa, pero sí que cerraron los supermercados porque con la psicosis saqueaban los supermercados. Tuvo que intervenir la policía militar. Hubo muchos días difíciles en mi ciudad, Concepción. Mi primo perdió su apartamento, el mío lo tuvieron que echar abajo. Cuando ya estaba todo bien, volví a Zagreb con mi señora y comenzaron los problemas con el equipo. No jugaba, cambiaron de técnico, decían que no estaba en forma. Así que ahí me planteé la idea de salir.
-Ahí cambia su estrella. Antes, con las inferiores de Chile se codeaba con los mejores. Incluso con Messi.
-Su talento lo conocí en el Sudamericano. Él destacaba sobremanera con los otros. Nosotros jugábamos y luego lo hacía Argentina. Unos compañeros y yo nos quedábamos a disfrutarlo y ver lo hacía. A esa edad, hacer esas cosas... Era increíble.
-También jugó el Mundial Sub 20 contra la España de Cesc, Llorente y Silva. Y cayó por 7-0.
-Ya jugaban bien. Nosotros le habíamos ganado el primer partido 7-0 a Honduras. Éramos dioses y ellos también nos metieron siete [risas]. Pero nos clasificamos para octavos. Fue bien, pero había mucho nivel.
-Su éxito llega en el Torneo Esperanzas de Toulon, en 2008, un escaparate de promesas.
-Quedé segundo mejor jugador del torneo. Antes de la final me dijeron que, si ganábamos, me daban el título del mejor, pero ganó Italia y se lo llevó Giovinco. Marqué un gol desde mitad de cancha que fue nominado el mejor del torneo, nos fue muy bien toda la competencia, ganamos todos los partidos. Estuvimos atacando todo el partido, pero nos marcaron en la segunda mitad y no lo pudimos empatar. Al término, Bielsa se fue para el entrenador italiano [Pierluigi Casiraghi]: 'Eso no es fútbol, así no se puede jugar. Eran once ratones en el área'. Él cambió el estatus del jugador chileno y a la selección y las inferiores las puso arriba. Gracias a él ahí está la generación de Islas, Vidal, Marcelo Díaz, Matías Fernández, yo... Lo queríamos mucho y nos hizo mejores. De hecho, no invitan a Chile a jugar en Toulon desde que él se fue. Ese torneo trajo varias ofertas para mí. Me decidió por la del Dinamo porque mi idea era asegurar el futuro de mi familia en Europa.
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