Málaga-atlético de madrid

Igualar para perder (0-1)

  • Un buen Málaga compite con las mismas armas que el Atlético y se hace acreedor a más, pero la calidad de Costa desequilibra. Schuster alineó tres centrales para reducir espacios

Diego Costa, tan odioso como rival como excelso futbolista, desequilibró un partido que el Málaga consiguió equiparar, minimizando errores con una defensa de cinco futbolistas y un planteamiento que se pudo entender como rácano pero que se reveló efectivo y valioso para tener opciones de puntuar ante la devastadora locomotora atlética, que el próximo fin de semana se jugará con el Barcelona el título de invierno tras 16 victorias y un empate en 18 partidos.

Mediada la segunda parte el brasileño que vestirá la Roja ("No eres español", se le cantó en La Rosaleda) arrastró a toda la defensa y hacia una banda, caracoleó y se sacó un centro que Adrián remató para que Willy dejara muerta la bola y Koke marcara un penalti con el balón en juego. Costa inspira temor, deja el aroma de futbolista indomable, por más que su vena macarra, algo atenuada, le pueda. Pero a sus lomos cabalga un Atlético imparable al que el Málaga le miró a los ojos hasta ese gol en el minuto 70. Era evidente que era un gol partita, como los italianos llaman a esos partidos que se definen por un gol. Ahí murió el Málaga, aunque tuvo coleteos posteriores. Pero en el ADN que Simeone la ha insuflado a este equipo, el arte de perder tiempo, enmarañar y que no pase nada lo maneja de manera sublime. Capítulo aparte merece el cántabro Teixeira Vitienes, que completó un arbitraje calamitoso sin que influyera en jugadas de área o fueras de juego trascendentes. El sancionar una jugada similar de manera diferente, el pitar de oído, el estar en medio de una jugada (desbarató un balón franco en la frontal para Darder)... Desconcierto máximo.

Ante este Atlético a contraestilo en el triunfante fútbol español del toque y la asociación el Málaga se colocó sus mismas armaduras. Tres centrales, con Angeleri en el medio, y Eliseu y Samu jugando a pierna cambiada como dobles laterales. No se le puede reprochar a Schuster inmovilismo en sus planteamientos. Trivote o tres centrales han oscilado en los partidos ante grandes equipos. Habrá quien reclame más grandeza y osadía, pero el alemán, tras intentar insuflar un poco de alegría y ver que el equipo se desmoronaba, ha hecho un control+Z para recuperar la versión segura de principios de temporada. Y, aunque tiene problemas evidentes para la construcción del juego, consiguió igualar fuerzas y contrarrestar el vigor que desprende el Atlético. Portillo fuera como declaración de intenciones de lo que había. No es una crítica al alemán, que prefirió otro estilo. Diríase que no le fue mal. La briega de Samu y Eliseu, convertidos en laterales bis, más Camacho y Darder conteniendo  con Juanmi arriba era el resto del caparazón de un equipo dispuesto al combate.

En esa búsqueda por minimizar errores, a Schuster no le disgusta que en el partido no pasen cosas, que transcurra el tiempo, que ayer jugaba a su favor porque la necesidad de victoria vestía de rojiblanco. Aunque La Rosaleda se impacientaba. Así se ganó al Getafe o en Elche, exprimiendo el balón parado y evitando correcalles. El primer susto lo dio el Málaga. A balón parado no estaban Duda y Pedro Morales, pero sí Antunes. Colgó un balón que se enmarañó con cien rechaces y Samu la pegó mordida alta. El primer uy atlético fue en una cabalgada de Juanfran, con autopase, que Willy repelió. Se soltó la melena el Málaga llegada la media hora. Jugadón de Gámez a lo Joaquín que Eliseu culminó mal con su derecha, caracoleo y disparo con intención de Samu, Filipe a punto de cabecear dentro de su portería... Empezaban a pasar cosas en ese perímetro de seguridad.

Al descanso Simeone movió ficha. Le dio la titularidad a Óliver Torres, que desprende fútbol y no pierde un balón pero aún está tierno, para meter a Adrián. Costa ya tenía sus más y sus menos con la defensa malaguista, que no pasaba agobios hasta el minuto 58, cuando Weligton rebañó de manera milagrosa cuando Adrián recortaba para marcar a puerta vacía. Eran minutos de correcalles. A Darder le faltaba un punto de inspiración para dar el pase definitivo o el golpeo certero. Pero él, como Samu o Juanmi, hacía un salvaje trabajo físico de equilibrio. A costa de lucidez y frescura cuando se tiene la bola.

El plan Schuster seguía su curso. Minuto 65 y al campo Duda y Roque, los del triunfo del Getafe. Más poderío por arriba, más golpeo a pelota parada. Pero es cierto que ya había más correcalles. Un balón sin aparente peligro lo cogió Costa para atraer a tres defensas crear un pase de la muerte que Willy sacó pero que Koke castigó entre las piernas de la defensa. Y valió tres puntos porque ya no pasó gran cosa después. El Málaga consiguió equilibrar un partido ante un rival superior, pero no hubo premio en forma de puntos.

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