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Modestos insurrectos

  • Igualdad La pujanza y la continuidad del Getafe enfrenta a dos rivales al alza en la lucha por la salvación Racha Vencer hoy supondría la tercera victoria engarzada, una cota pocas veces lograda

Hasta que el dinero de las televisiones no rompió la bipolaridad de la Liga, el fútbol en España era previsible. Ahora Barça, ahora Madrid. Luego se abrió el abanico. Algunos olvidados comenzaron a llenar sus vitrinas (Deportivo, Espanyol), muchos gozaron de una fama temporal (Alavés, Málaga, Osasuna) y varios grandes se fueron por el desagüe (Celta, Zaragoza, Real Sociedad). Pero esta temporada el fútbol vuelve a ser norte y sur. Desde el primer partido, esto no se recuerda, los grandes ya están arriba y los pequeños sufriendo. Por eso insurrectos como quiere ser el Málaga, como lo viene confirmando el Getafe, abren una vía más animada.

Y sobre el césped estarán hoy enfrente, los de Madrid ondeando su título de líder oficioso de los modestos y los blanquiazules quizá recordando que en un tiempo reciente ellos fueron el Getafe, pero ambos mirándose por el rabillo del ojo. Seguramente un Ángel Torres y no el desgobierno de la era Roldán habrían estirado el ciclo brillante de Peiró. Pero este tesoro robado ya vive bajo tierra. Como la última vez que el Málaga enlazó tres victorias seguidas. Sucedió la sublime noche en que Tapia culminó su remontada de Champions dejando al Sevilla sin ésta tras haber ganado antes al Athletic (1-0) y haber firmado contra el Osasuna la mejor goleada a domicilio de la historia (1-6). Y diez jornadas antes también había enganchado otra terna triunfalista.

Quiere decir que el de Baena tiene una varita o que realmente no es tan malo como para que el Valladolid llegara entre runrunes de destitución. Pero él, que no es rencoroso, ahora ve cómo su jardín luce esplendoroso, aunque con la regadera bien asida de la mano. Mientras, el gran público todavía sigue con la sonrisa floja que le dejó la goleada en el Colombino, aunque dubitativa por si ese parón inoportuno le devolverá el estigma sufridor.

Puede que de una decisión dependa la respuesta. ¿La dupla con la que el Málaga remontó el vuelo o con la que agujereó al Recre? La parte positiva es que a priori cualquier elección garantiza solvencia; lo malo es que irremediablemente el poso de injusticia quedará para los que inicien con el chándal, un problema que no se manifiesta en el campo, sino en el vestuario. El manual del entrenador y la idea de Tapia de no variar mucho el once hasta que los puntos del casillero ofrezcan más calma invitan a pensar en un punto y seguido tras el 0-4. Siguiendo este pensamiento y dado que Lolo no podrá jugar en Sevilla por la cláusula de su cesión, recurrir a él y al brasileño implicaría anticipar otro cambio obligatorio dentro de siete días. Tapia es de los que piensa en estas cosas.

En Getafe hace años que no existe ese problema, pues juegan Casquero y diez más. El toledano ha macerado de tal modo que a cada año que cumple parece mejor futbolista. De pequeño, cuenta, su padre le insistía en mejorar su golpeo con la zurda porque pronto vio que en la derecha tenía un cañón. Ahora sólo se molesta en marcar cuando sabe que su tanto va a proyectarse en las televisiones como uno de los más jugosos de la jornada. Para colmo, el Málaga se le da muy bien: marcó en la ida y en la vuelta de la última campaña en Primera con el Racing; disfrazado de eterno rival también lo hizo -siete años han pasado ya-. "Quiero un futbolista que ataque y que defienda, uno como Casquero", dicen que le comentó Tapia a los directivos este verano cuando se buscaba un medio centro por tierra, mar y aire.

Pero el Getafe no tiene a Eliseu, el hombre de moda por Martiricos. Completó en Huelva el mejor encuentro de su vida, guardó al día siguiente (y algunos más de los siguientes) todos los periódicos y se prometió que el Colombino sería un punto de inflexión en Málaga. Porque, no hay que olvidarlo, hasta entonces el extremo luso era un futbolista errático, veloz como pocos, pero impreciso en el último pensamiento y atropellado en partidos cerrados. El portugués está rodeado de buenos asesores y vive un estado pleno de confianza, por ello para él es un reto el cuadro azulón, que no para de tejer telarañas a sus rivales y evitar huecos donde le entren por velocidad. Pensar en los grandes que luego vienen y no en hoy sería empezarlo mal encarado.

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