Unicaja-Barcelona · la crónica

Nada es imposible (77-66)

  • El Unicaja gobierna durante 40 minutos al Barcelona y devuelve la serie al Palau en un golpe de mano inesperado y merecido. La cuarta final de la historia está a sólo un histórico triunfo.

Las grandes historias, los relatos que impactan, las películas que triunfan son grandes superaciones, de barreras y límites, psicológicos o físicos. El Unicaja está en ese punto de romper la historia, de llegar donde nadie hizo cumbre, voltear un 2-0 adverso para meterse en una final de la Liga Endesa. 31 equipos lo intentaron antes y ninguno lo consiguió. La semifinal está en un punto que casi nadie esperaba. El casi va por Joan Plaza, que desde la rueda de prensa posterior a la segunda debacle en el Palau abonó el terreno para una remontada que sonaba risible visto lo acontecido durante 80 minutos en Barcelona. Pareció un brindis al sol, pero su ejercicio de fe fue admirable y contagioso. Ríe ahora el técnico catalán, que mañana volverá a sentarse en el mismo lugar, quién sabe si como finalista de ACB. Parafraseándole, se le va poniendo cara de Robert Redford.

Qué soberbio partido del Unicaja, que borró a un Barcelona (77-66) que regresa a la Ciudad Condal con el "Sí, se puede" retumbando en su cabeza. Quién lo hubiera dicho el pasado domingo. El cuadro malagueño escribió el libro soñado por su entrenador. Un ejercicio coral perfecto, con 12 anotadores y sólo un hombre por encima de los 11 puntos, con trampas en cada palmo del parqué, con una abrumadora superioridad en el rebote (46-28), con toneladas de intensidad. Y con una lectura del juego defensivo enciclopédica. Parecía tener en la cabeza el Unicaja cualquier movimiento rival, ir un segundo por delante. Se puede apelar a la dureza física, pero también hay que loar la calidad defensiva, que también existe, que derrocha el Unicaja. La eliminatoria entra en un escenario imprevisto, inesperado. Toda la presión es azulgrana y toda la ilusión por jugar la cuarta final de su historia es del Unicaja. Y no ha pasado nunca, pero puede ocurrir.

La salvaje puesta en escena del Unicaja recordó la del Barcelona en el Palau. La superioridad malagueña reside en aspectos más allá de la calidad pura, de la técnica. El ambiente que se ha creado en el Carpena en esta semifinal, abonado por la actitud y el empeño admirable de un equipo que hace cinco días parecía en las últimas e intenta negar una derrota que parecía inevitable, empujó a un 9-0 de salida. Golubovic, silbado injustamente el miércoles, se reveló con un primer cuarto en el que le marcó el territorio al dominador Tomic. El Unicaja negó el espacio, colapsó la zona y se multiplicó como si tuviera un hombre más en pista. Y el Barcelona se refugiaba en la peligrosa comodidad del triple. En el primer cuarto lanzó 10 veces de tres y cuatro de dos. Y sin acierto. El Unicaja fue amasando una diferencia interesante que crecía y se hacía sólida, con esfuerzo y salvaje intensidad. Los árbitros tenían un criterio esta vez uniforme, permisividad en los dos aros. Y eso favorece a este Unicaja. Los tiempos los manejaba el cuadro de Joan Plaza con una sapiencia extraordinaria, con superioridad en todas las posiciones, desde el base al pívot. Ningún par salía del tiesto, si acaso los bases azulgranas, a los que incluso probaba Pascual de manera simultánea para cambiar el aire y subir las líneas de presión. Pero la diferencia iba subiendo. Primero tuvo un tope de nueve puntos (9-0, 13-6, 23-14), pero el Unicaja cruzó la primera frontera de fe que son los 10. No importaba el cambio de piezas, el mecano funcionaba de manera perfecta, muy precisa. Dificultad extrema del Barcelona para encontrar un tiro liberado y negación absoluta del contraataque que fastidió en el tercer partido. A cambio, la sangría del rebote de ataque era menor, pero también el acierto superior (62% en tiros de dos al descanso). Y con esa magnífica base defensiva se construía una renta cada vez más interesante, marcada en un tope de 19 (41-22), mutilada en dos puntos al descanso (41-24).

Era previsible una reacción azulgrana, pero se alcanzó la diferencia de los 20 puntos (44-24). Así esta el asunto, cánones parecidos a los de la primera parte y escasa muestra de ideas del Barcelona para remontar. Huertas cogería la bandera en el tramo final del tercer cuarto y lideró un parcial de 0-7 sesgado con un estratégico triple de Vasileiadis a dos segundos del final del tercer cuarto (55-40).

Pascual colocó una zona 2-3 que hizo dudar al Unicaja, pero a cambio quitó a Marcelinho, el más peligroso y el más valiente. Una pérdida absurda de Thomas y la irrupción de Navarro en su único fogonazo de toda la serie redujo a siete puntos (59-52) la distancia. Ahí colocó la alambrada el Unicaja. El tiempo de Plaza aclaró las ideas y dio el resuello necesario para cortar. Un palmeo capital de Fran y un tiro corto de Granger al que sólo le faltaba coger la muleta para apoyarse cambiaron el aire del partido (63-52). Y entre vítores a Suárez, icono de la elimianatoria, las burlas a Lampe y Abrines y el resucitado I will survive atronando se fueron consumiendo los minutos. El Barcelona defendió hasta el segundo final, se supone que empezando a jugar ya el quinto partido y recordar que el Palau es otra historia. El Unicaja tuvo que salir a saludar 10 minutos después porque dos millares de personas no se iban. Parecía un desfile de viejas glorias del ejército por las cojetadas que pegaba medio equipo. Pero hay una opción de ganar, de hacer historia. Es en el Palau mañana a las 17:00 horas.

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