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El peor Unicaja defrauda en su regreso copero

  • El equipo malagueño fue el mismo equipo mediocre del último mes, aunque un parcial de 12-0 en el cuarto final hizo soñar con una remontada imposible que Tepic acabó por no permitir

Tres años, tres, esperando este partido y salió un esperpento solapado por un tramo final de partido en el que el Unicaja mostró algo de honor y baloncesto para soñar con una remontaba imposible. No obsta para que el equipo defraudara las peores expectativas y sucumbiera tras un partido malísimo ante el Banca Cívica (65-77). Un revolcón maquillado que, de todas maneras, obliga a la reflexión en el bando (ayer, mejor una banda durante 35 minutos) malagueño, que no estuvo a la altura del calado del evento. Apenas hubo nada que rescatar de un paupérrimo Unicaja, que fue sumiso al ritmo de partido que pretendía Joan Plaza y que impuso de manera magistral Earl Calloway, quizá el hombre del choque, atinado en la dirección, para dividir la defensa o para acertar con el aro.

El Unicaja no puede permitirse que su mejor jugador, Joel Freeland, no lance a canasta hasta el minuto 25 y que no anote en juego hasta el último cuarto. El equipo no circula el balón (sólo siete asistencias) cuando hace un mes era el mejor de la Liga en ello, se abusa del bote y no se suelta rápido la bola. El 20% de triples recuerda ese problema y que los pívots no reciben bolas, las ayudas se multiplican para conceder tiros que no se meten. Así pasó lo de Freeland, cuyos números (ocho puntos y 13 rebotes para 24 de valoración) no deben engañar. Y así se está cayendo Zoric (dos puntos), sin material para transformar en alimento.

No obstante, el Unicaja se agarró mientras se despeñaba y se enganchó al partido, a falta de dos minutos se colocó a cuatro puntos (63-67) tras un parcial de 12-0. Freeland entró en combustión, Fitch metió algo, Valters se conectó. Pero Tepic, campeón de Europa en este mismo escenario en mayo, repelió la última resistencia del Unicaja con un triple matador.

Realmente, el equipo de ayer no fue sino el del último mes. Una competición nueva y la euforia por el retorno a ella invitaban a pensar en un reseteo y una mejora colectiva de las prestaciones, pero no sucedió. Fue el mismo Unicaja espeso, al que le cuesta un riñón meter una canasta, el que mete uno de cada cinco triples que tira, el que bota y bota sin pasar. El que concede rebotes en aro propio, aunque ayer se acabara ganando en ese apartado.

Y los síntomas que tiene el enfermo no son buenos. El lenguaje corporal de los jugadores y del banquillo no era el mejor. Porque el equipo sigue tumbado en la lona y esta derrota es muy dañina. Se pierde ante el rival regional, que siempre es más doloroso. Y el crédito se acerca al rojo en varios miembros del equipo.

El Unicaja, decíamos, fue ese equipo falto de fluidez. De entrada, se entiende por el nerviosismo, dos puntos en cinco minutos. Pero fue la tendencia de un duelo jugado en las coordenadas que Joan Plaza pretendía. Que no corriera bajo ningún concepto el Unicaja y masticar ataques hasta encontrar buenas posiciones. Se agarró el equipo de Mateo (10-10), pero fue la última vez que estuvo emparejado. Después, vino la caída.

Mateo intentaba dar con la tecla, probaba soluciones, como recurrir a Sinanovic, inédito en el último mes. El bosnio metió dos canastas tras rebote de ataque, ofrecía algo diferente, pero la espesura cajista seguía siendo máxima. No encontraba vías de agua en la dura defensa sevillana, con los conceptos muy claros. Si se tiene tres faltas y se tiene que parar un contraataque, se hace, sin más contemplaciones. Una viveza que no se veía en el Unicaja, que, por ejemplo, cometía una falta a una décima del descanso, Zoric sobre Calloway. Son detalles que marcan diferencias en partido de este nivel. Mateo también recurría a Abrines, el jugador más joven de la historia del Unicaja en una Copa. Un triple de Bogdanovic daba la máxima ventaja al Banca Cívica (23-35), antes de que otro de Darden aplacara algo.

El equipo de Chus Mateo había completado un primer tiempo lamentable, para reflexionar. Conceder 10 rebotes en defensa denotaba que algo fallaba, no sólo el acierto. Se especulaba en días previos con la ausencia de Paul Davis, pero el estadounidense ofrecía gotas de su talento. El que no comparecía era Joel Freeland, absolutamente anulado por la defensa sevillana. De hecho, es que no tiró a canasta el inglés en el primer tiempo, aunque sólo jugó el primer cuarto porque cometió dos faltas. No anotaría hasta el minuto 26.

Si tras el descanso (28-36) se esperaba a otro Unicaja, sucedió que el equipo de Mateo permaneció en la misma senda errática del primer tiempo, sin atisbos de mejoría. Era Garbajosa el fino sostén del Unicaja. Admirable el partido del eterno ala-pívot, pero algo funciona mal cuando sigue siendo él quien debe soportar al equipo. No es ya un jugador sobre el que cargar tanto peso. En estas, como suele pasar, los ex las tienes guardadas. Tras Calloway, Urtasun y Rubio (grande su defensa sobre Freeland) fueron los jugadores más valorados.

Y el Unicaja, sin saber muy bien cómo, se encontró en medio del partido, con alguna decisión de Plaza discutible. Pero no hubo imposible y ese parcial de 12-0 sólo hizo la herida menos grande. Pero duele, escuece. No se esperaron tres años para esto.

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