El mundo del balonmano vive sobrecogido por el fallecimiento de uno de los suyos, José Luis Pérez Canca. El ex jugador malagueño falleció ayer a los 44 años, víctima de una larga enfermedad contra la que combatió en los últimos tres años. Se marcha uno de los mejores balonmanistas de la historia de Málaga, miembro de aquel mítico Puleva Maristas que a principios de los 90 se codeó con los mejores equipos de España. Con otros malagueños que hicieron historia como Antonio Carlos Ortega y Quino Soler. O con los rusos Gopin y Yukov, que crearon escuela. Pero se va, sobre todas las cosas, una persona de 10, a decir de todos los que le conocieron de cerca. "Día muy triste, nuestro amigo Jose Luis Pérez Canca ha fallecido. Me quedo con su magia y alegría jugando. DEP", decía, por ejemplo, José Javier Hombrados, compañero de Pepelu, como le conocían sus más cercano, en León.

Pérez Canca jugó 19 temporadas en la Liga ASOBAL, desde que debutara en el equipo en el que se formó. Central de mucha inteligencia pese a no ser un portento físico (1.83 metros), sobrevivió gracias a su mente preclara dentro del 40x20. Metería más de 1.000 goles. Después de cinco temporadas dio el salto al Ademar de León, al que ayudó a crecer y convirió en campeón de la Copa Asobal y de la Recopa. Jugó allí cuatro temporadas antes de marchar al Ciudad Real, donde puso las bases de otro equipo campeón. Conquistaría una Copa Asobal y la Copa EHF. Estuvo tres temporadas antes de emigrar a Granollers, donde permaneció cinco más antes de retirarse en una postrera temporada en la aventura del Antequera para cerrar el círculo en casa (2008/09) a las órdenes de su íntimo amigo Antonio Carlos Ortega, que ayer atravesó uno de los tragos más complicados de su vida. Dirigía con su Veszprem la final de la SuperGlobe en Doha (Catar) pocas horas después de conocer el fatal desenlace.

Además de su amplia trayectoria, Pérez Canca fue 30 veces internacional con la selección absoluta y anotó 40 goles vistiendo la camiseta nacional. Tras el debut en la Lotto-Cup noruega de 1997, formó parte del equipo que disputó el Campeonato de Europa de Italia 1998 (medalla de plata incluida) y el Campeonato del Mundo que se jugó en El Cairo en 1999. En 2001, el partido ante Francia de los Juegos Mediterráneos de Túnez se convirtió en su última comparecencia con la selección.

Pepelu deja un reguero de cariño entre todos los que le conocieron y una hija de cinco años a la que, a buen seguro, el mundo del balonmano arropará. Su funeral se celebrará hoy a las 18:00 horas en Parcemasa. El balonmano está de luto por la muerte de un gran ex jugador. Y de una gran persona.