Deflación y tipo de cambio

Tribuna Económica

El precio de bienes similares será el mismo en todas partes y en cualquier moneda y existirá equilibrio en el comercio internacional. El problema es que sobre el tipo de cambio influyen otras muchas cosas que dificultan el cumplimiento.

La economía se ha dotado de una serie de reglas más o menos sencillas, denominadas paridades internacionales, para entender el funcionamiento de algunas magnitudes fundamentales y predecir las consecuencias de las perturbaciones. Una de ellas es la paridad del poder adquisitivo, que establece que si en un país la inflación es inferior a la de sus vecinos, su moneda se apreciará. De esta forma, el precio de bienes similares será el mismo en todas partes y en cualquier moneda y existirá equilibrio en el comercio internacional. El problema es que sobre el tipo de cambio influyen otras muchas cosas que dificultan el cumplimiento de la regla en el corto plazo.

A comienzos de 2014, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), reconocía que la fortaleza del euro perjudicaba especialmente a la periferia europea, que seguía confiando en el apoyo de la demanda externa para salir de la crisis. La amenaza de deflación dio impulso a la ofensiva monetaria que en el mes de mayo provocó un proceso de depreciación del euro que se ha mantenido durante aproximadamente un año. El mínimo se alcanzó a mediados del pasado mes de abril, tras perder aproximadamente un 22% de su valor frente al dólar y algo más de un 13% frente a los principales socios comerciales. Después han venido unos meses de notable inestabilidad, hasta que durante el pasado mes de octubre se ha vuelto a reactivar el proceso de depreciación.

Para la economía española y el resto de la periferia europea ha supuesto una bendición a corto plazo, pero no se han conseguido despejar las incertidumbres sobre los precios. El Fondo Monetario Internacional señaló específicamente a España como zona de alto riesgo de deflación y, de hecho es, junto a Chipre y Eslovenia, donde los precios caen más intensamente. Paralelamente, la depreciación del euro se mantiene y la regla de la paridad del poder adquisitivo salta por los aires.

Para entenderlo habría que señalar, en primer lugar, a la interferencia de la política monetaria de BCE, que presiona a la baja sobre el euro, pero sin conseguir provocar el repunte de los precios. Por otro lado, que para entender la aparente indiferencia del euro frente a la deflación, conviene señalar que no se trata de un problema exclusivo de la Eurozona, sino también de sus principales socios comerciales. Por último, que en casos como el español, sin moneda propia, la deflación es el reflejo de la intensidad del proceso de devaluación interna. Si España tuviese moneda propia llevaría unos cuantos años depreciándose, incluso más que el euro durante el último año. Desde la perspectiva española, el euro sigue, por tanto, sobrevaluado, por lo que la regla de un mismo precio para bienes similares en cualquier moneda, presiona para que nuestros precios caigan más intensamente que en resto.

A largo plazo cabría esperar el retorno del euro a una cotización cercana a 1,20 frente al dólar, pero el tono de la demanda, la persistencia del riesgo de deflación y el mantenimiento de los estímulos monetarios en Europa, así como la subida de tipos en Estados Unidos, sugiere que el corto plazo puede todavía prolongarse durante un tiempo.

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