Festival Cine Málaga

Matar al ángel en un mundo desolado

  • Alberto Rodríguez presentó ayer un adelanto de 'La isla mínima', el 'thriller' que estrenará en septiembre Lo visto promete, y de qué manera

Quienes todavía crean que la de Transición fue esa época idílica tendrán que vérselas con La isla mínima, el nuevo thriller con el que el director sevillano Alberto Rodríguez se dispone a abrir más puertas al género después de lo ya logrado con Grupo 7. El filme está ambientado en un pequeño pueblo de las marismas del Bajo Guadalquivir al que, en 1980, son destinados dos policías de tendencias irreconciliables con la misión de esclarecer el brutal asesinato de dos adolescentes. Raúl Arévalo, Javier Gutiérrez, Antonio de la Torre, Nerea Barros, Cecilia Villanueva, Jesús Castro y otro malagueño que sube al tren de Rodríguez, Salva Reina (al que acabamos de ver en 321 días en Michigan de Enrique García; éste es su año), protagonizan la película, de la que pudo verse ayer un teaser de cinco minutos en el Festival de Málaga de la mano de algunos de sus responsables. El adelanto resulta altamente prometedor, hasta el punto de sugerir que, tal vez, el thriller pasará a ser definitivamente otra cosa en el cine español.

El productor José Antonio Félez, de Atípica Films, aportó unos datos que él mismo consideró "excepcionales" dentro del cine español: La isla mínima se rodó durante ocho semanas y media, con un presupuesto de cuatro millones de euros y un metraje que incluye 125 secuencias correspondientes a 90 localizaciones. Félez llamó la atención sobre lo "complicado del rodaje", que se desarrolló desde agosto hasta noviembre, "con temperaturas que iban desde los cuarenta grados por la mañana hasta los dos grados bajo cero por la noche, en zonas de muy difícil acceso". Sobre las dimensiones de la producción, Félez admitió que los números eran grandes pero insistió en que "de otra forma habría sido imposible hacer la película, y todos hemos apostado por ella". Sus palabras estuvieron refrendadas por Ricardo García Arrojo, de A3 Media, quien desde el principio vio en el guión "una joya, por lo que, aunque el proyecto creció luego bastante más allá de lo previsto, decidimos mantener nuestro compromiso. Lo que queremos ahora es que todo el mundo la vea". El tercer productor implicado, Gervasio Iglesias, de Sacromonte Films, no dudó en calificar a Alberto Rodríguez (con quien ya abrazó un especial vínculo en Grupo 7) como "uno de los mejores directores europeos" y a La isla mínima como "una película que engancha sin remedio".

Aunque repite en el thriller, Rodríguez quiso fijar ayer distancias con Grupo 7: "La isla mínima transcurre en los 80 y hay dos policías; a partir de ahí, terminan las coincidencias". Si su anterior trabajo narraba "la caída de los gangsters", en el nuevo "se trata más de averiguar quién lo hizo". En el filme cobra especial protagonismo el paisaje ("Fue él el que me llevó a la historia") de las marismas, los pequeños pueblos "hoy abandonados a los que en aquella época mucha gente se trasladó con la idea de hacerse rica; evidentemente, no lo lograron"; así como una mirada al papel de la mujer, "que en aquellos años representaba casi poco menos que cero". Rodríguez, que estuvo ayer acompañado de Javier Gutiérrez y Nerea Barros, alabó a sus actores y subrayó la entrega de todos ellos en unas condiciones muy duras a la hora de rodar. Como perla, contó esta anécdota: "Habíamos contratado a un especialista para que hiciera las escenas más peligrosas de Salva Reina. Nos pusimos a rodar, pero el especialista vino y nos pidió que lo hiciera el actor". "Allí estaba yo", respondió ayer el propio Reina sentado junto a la prensa. Los halagos, claro, vinieron de vuelta en boca de Javier Gutiérrez y Nerea Barros.

Preguntado por la posibilidad de presentar la película en el Festival de San Sebastián dada la fecha anunciada para el estreno, Rodríguez se mostró pragmático: "A mí siempre me hace mucha ilusión ir a San Sebastián, aunque sea para pasar un fin de semana". Su filmografía, de cualquier forma, se prepara para subir un escalón jugoso. Habrá que verlo.

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