Uno de los grandes templos del sushi en Málaga y hogar del mítico Masao Kikuchi, Rocío Tapas y Sushi echa el cierre temporalmente
El gastrobar malagueño se toma un descanso tras 15 años de trayectoria
La salud de María José obliga a cerrar temporalmente el restaurante
Un proyecto marcado por la huella imborrable de Masao Kikuchi
Uno de los establecimientos de culto de la cocina japonesa en Málaga echa el cierre... temporalmente. Rocío Tapas y Sushi hace una pausa prolongada de su actividad, forzada debido al estado de salud de uno de sus pilares, María José, pareja de Juan Bautista, el otro artífice de este gastrobar que cumplió hace unos meses 15 años y que mantenía viva la historia de Masao Kikuchi, uno de los chefs japoneses más respetados del mundo, fallecido en 2022.
"Como ya sabéis, el pasado 24 de mayo hizo 15 años que abrimos. Qué contaros de lo sufrido de nuestro trabajo. Tarde o temprano la salud se resiente y hay que saber parar", anunciaba en sus redes sociales Rocío Tapas y Sushi con una imagen de Juan y María José, confirmando que bajan la persiana de manera prolongada en el tiempo por el siguiente motivo: "Como ya sabéis todos los que nos conocéis María José lleva un tiempo pachucha y hemos decidido permanecer cerrados. Necesita descansar y como también sabéis somos dos y Rocío tapas y sushi no puede ser si falta alguno. Nos tomaremos ese respiro y volveremos con fuerza, ¡no lo dudéis!".
Un proyecto con historia y raíces profundas
El origen de Rocío Tapas y Sushi está ligado a una de las figuras más influyentes en la introducción del sushi en España: el maestro japonés Masao Kikuchi, fallecido en 2022. Reconocido internacionalmente, Kikuchi llegó a cocinar para el emperador Hirohito y trabajó en restaurantes de Hawai, Alaska, Emiratos Árabes, Arabia Saudí o Madrid, donde fundó el mítico Tokyo Taro en 1983.
Su trayectoria lo llevó a Marbella, donde coincidió con Juan Bautista y María José durante su etapa en el Hotel Guadalpín. De aquella relación surgió una amistad que cambiaría el rumbo de la gastronomía en Málaga. En 2008, tras atravesar problemas de salud, Kikuchi se trasladó junto a ellos a la capital malagueña, sumándose al proyecto que dio origen a Rocío Tapas y Sushi. Fue allí donde el veterano chef encontró un lugar donde trabajar con calma y transmitir sus conocimientos a la siguiente generación.
Una fusión entre tradición japonesa y cocina local
Desde su apertura, el restaurante se convirtió en un lugar de peregrinaje para amantes del sushi y de la buena mesa. Su propuesta se distinguió por una original combinación: tapas andaluzas con piezas de sushi elaboradas según la más estricta técnica japonesa.
El propio Juan Bautista, formado inicialmente en la alta cocina española, abrazó progresivamente los secretos transmitidos por Kikuchi. La precisión en el corte del pescado, el trabajo del arroz y el respeto a los tiempos y a la materia prima definieron una oferta gastronómica que pronto se ganó un lugar destacado en la escena culinaria nacional.
La carta ofrecía desde nigiris académicos hasta creaciones con productos locales como jureles, meros o anguilas, sin olvidar platos tradicionales japoneses menos conocidos en Occidente, como el chawan mushi (crema de huevo) o las verduras fermentadas en salvado, junto a clásicos españoles como la hamburguesa de pato o el bacalao rebozado.
El legado de Masao Kikuchi en Málaga
El papel de Kikuchi en la historia de Rocío Tapas y Sushi va más allá de la cocina. Su humildad, discreción y magisterio marcaron a Juan Bautista, que aprendió durante años bajo su supervisión directa. El maestro insistía en la importancia del arroz como corazón del sushi, enseñanzas que se convirtieron en la base de la filosofía de su gastrobar.
Aunque retirado de los fogones en sus últimos años, su presencia en el local era constante, y su influencia sigue viva en cada plato. La Guía Repsol tenía a Rocío Tapas y Sushi entre sus restaurantes 'Recomendado', tildando como uno de "los bares de España como el lugar donde mejor pescado crudo se come". De hecho, el reputado José Carlos Capel, presidente de Madrid Fusión, escribió en su crítica sobre el restaurante que en él elaboran "especialidades japonesas de un nivel sorprendentemente alto", un gastrobar en "un barrio malagueño donde se come como en Tokio".
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