El paisaje escondido de Málaga que parece sacado del Caribe: dunas, pinares y playa con aguas cristalinas: "Fantástico paraje para perderse"

Málaga esconde rincones naturales que sorprenden incluso a quienes creen conocer bien la provincia. Uno de ellos se encuentra en Marbella y constituye un espacio singular que combina historia, naturaleza y un paisaje costero que recuerda a escenarios caribeños. Se trata del Monumento Natural de las Dunas de Artola, un entorno protegido que conserva uno de los últimos sistemas dunares de la Costa del Sol.

Las Dunas de Artola, también conocidas como dunas de Cabopino, representan uno de los paisajes más valiosos y escasos de Málaga. Junto con las de Casasola, en Estepona, son los últimos vestigios de un ecosistema que antaño se extendía mucho más allá, llegando hasta la desembocadura del río Real.

A pesar de la presión urbanística que ha transformado gran parte del litoral malagueño, este enclave ha conseguido mantenerse en pie como ejemplo de la riqueza natural que todavía se preserva. El resultado es un espacio donde la arena, el mar y la vegetación se entrelazan formando un paisaje que rompe con la imagen más habitual de la Costa del Sol.

Historia y patrimonio en el corazón de las dunas

El interés de este enclave no es solo natural, sino también histórico. En pleno cordón dunar se levanta la Torre de los Ladrones, una construcción defensiva que forma parte del patrimonio cultural marbellí. Declarada Bien de Interés Cultural, su origen se remonta a época romana, aunque más tarde fue reconstruida y reutilizada por musulmanes y cristianos como punto de vigilancia costera.

La presencia de esta torre aporta al conjunto un valor añadido, ya que combina la belleza paisajística con la huella de civilizaciones que marcaron la historia de la costa malagueña. "Fantástico paraje para perderse", dicen algunos de los usuarios que se han adentrado en el laberinto de las dunas de Artola.

Tres tipos de dunas en un mismo espacio

Lo que hace especialmente singular a las Dunas de Artola es la coexistencia de diferentes tipos de formaciones dunares en un mismo lugar. Aquí se encuentran tanto dunas de playa, en constante movimiento debido al viento y la dinámica del mar; las dunas móviles inactivas, cubiertas de vegetación que contribuye a fijarlas; y las dunas fósiles, inmóviles y asentadas bajo un extenso pinar, testimonio de la evolución natural de la zona.

Este mosaico natural, unido al contraste de la vegetación mediterránea con la arena, crea un paisaje cambiante y lleno de matices.

Una playa de aguas cristalinas y aspecto virgen

En el corazón de este entorno se abre paso la playa de Artola o Cabopino, considerada una de las más naturales y atractivas de la provincia. Con una extensión de 1.200 metros, sus aguas cristalinas y poco profundas invitan a sumergirse en un paisaje de aspecto virgen.

La playa se caracteriza por su diversidad de ambientes, con zonas familiares y otras donde se practica el naturismo. Las pequeñas calas, formadas entre el cordón dunar y el mar, aportan un encanto especial a este espacio que se distingue de otras playas urbanas de la Costa del Sol.

La reserva ecológica de Marbella

El sistema dunar de Marbella se completa con la duna Real de Zaragoza, ubicada en Las Chapas. Este espacio ocupa 12 de las 20 hectáreas que forman la Reserva Ecológica Dunas de Marbella, donde destacan los llamados barronales, amplios cordones de arena fina y dorada.

En conjunto, estos enclaves ofrecen un retrato poco habitual del litoral malagueño: una costa donde la naturaleza marca el ritmo y donde se conserva una parte de la riqueza ambiental que en el pasado dominaba gran parte del Mediterráneo occidental.