El paraíso escondido de Málaga: una cascada de 22 metros y aguas turquesas que pocos conocen

En el corazón de la provincia de Málaga, la diminuta aldea de Jorox, perteneciente a Alozaina, conserva una relación íntima con el agua. Entre sierras de roca caliza y fuentes generosas, el murmullo de las acequias acompaña incluso las jornadas más calurosas del verano. Su historia se percibe en las calles y en los antiguos canales de origen musulmán, aún en funcionamiento, que vertebran el paisaje agrícola y el día a día de este enclave serrano. El agua fluye visible y audible, imprimiendo un carácter singular a este pequeño núcleo. A escasa distancia del caserío, una cascada de aguas azuladas se precipita desde algo más de veinte metros hasta el Charco de la Caldera, una piscina natural amplia y cristalina.

La poza presenta profundidad en casi toda su extensión, excepto en la orilla, y mantiene un ambiente recogido donde el sol apenas se cuela por su orientación y el abrazo vegetal del entorno. Tras el velo del agua, una pequeña cavidad permite sentarse y contemplar la caída desde dentro, mientras la roca muestra la huella del tiempo: una toba colgante, modelada por el paso constante del agua. En la pared, destaca la silueta de un algarrobo arraigado en la roca, con un tronco entrelazado que llama la atención por su forma.

Cómo llegar al Charco de la Caldera

El acceso al Charco de la Caldera discurre por un sendero corto pero exigente, que desciende entre pinar hasta el cauce del río Jorox. La aproximación final requiere sortear piedras sueltas y poco consistentes, un tramo en el que la cascada y la poza permanecen ocultas tras la maraña vegetal hasta el último momento. La aldea, de dimensiones muy reducidas, puede presentar incomodidades al tráfico interno; por ello, muchos conductores optan por estacionar en las afueras y continuar a pie por sus calles estrechas. El encuentro con el salto de agua sucede de forma gradual, casi íntima, tras franquear pedruscos y claros del bosque de ribera.

1. Ruta principal: Desde Alozaina, seguir la A-366 (Ronda–Málaga) en dirección a Yunquera durante aproximadamente cinco kilómetros.
2. Desvío a Jorox: Girar a la izquierda hacia la pedanía de Jorox y continuar hasta el acceso al núcleo.
3. Punto de referencia: Aparcar en el ensanche junto a la ermita del Santo Cristo de la Vera Cruz, punto habitual de inicio del recorrido a pie.
4. Tramo urbano: Descender unos metros por la calle y cruzar a la izquierda un puentecito que se asoma al barranco de Jorox.
5. Camino escénico: Seguir el precioso camino que termina en una curva del ramal de acceso al poblado, donde arranca el sendero.
6. Descenso al cauce: Tomar el sendero que baja entre el pinar hasta el cauce del río Jorox; la cascada y la poza quedan ocultas por la vegetación.
7. Aproximación final: Tras sortear pedruscos, aparece la poza y la cascada, con una caída de 22 metros que alimenta el Charco de la Caldera.

Paisaje del agua y memoria cultural

El río Jorox nace bajo el puente de la carretera y, desde su mismo origen, una parte del caudal se deriva mediante una toma a un laberinto de acequias de riego. Este entramado hidráulico, heredero de técnicas ancestrales, irriga bancales escalonados donde prosperan árboles frutales sobre un sustrato de travertino. En este valle cerrado, el agua ha sido motor económico y social: antaño movía molinos de harina y aceite, integrados en un ciclo productivo ligado a la tierra. En la meseta que domina el valle, se observan cuevas que remiten a ocupaciones humanas tempranas, testigos discretos de la continuidad histórica de este territorio.

Sierra de las Nieves y actividades de entorno

Jorox se inserta en un entorno serrano que multiplica los alicientes paisajísticos y naturales. La Sierra de las Nieves, con su relieve kárstico y su red de barrancos, ofrece numerosas posibilidades para enriquecer una visita centrada en el agua y la geología. Entre las actividades destacadas en la zona figura el barranquismo, favorecido por la combinación de cañones, saltos y pozas que caracterizan este enclave.