Este pueblo mágico de Málaga tiene una ruta que da vértigo y un plato que enamora a los chefs: "Su magia la vives en sus calles"
De la Ruta del Mudéjar al Puente de El Saltillo: historia y aventura entre montañas
Gastronomía, tradiciones y paisajes de vértigo en uno de los pueblos con más encanto de la Axarquía
El pueblo costero de Málaga que es perfecto en verano por tener playas 'vacías y sin turistas'
En el corazón de la Axarquía malagueña, Canillas de Aceituno se presenta como una joya blanca que conjuga naturaleza, historia y gastronomía en un enclave que ha sabido conservar su identidad. Reconocido como uno de los Pueblos Mágicos de España, este municipio ofrece una experiencia completa al visitante, que encuentra en sus calles, paisajes y sabores una forma distinta de conocer Málaga desde la autenticidad.
El nombre del pueblo, derivado de los vocablos Cann-illae (cañaveral, en latín) y Azeytuni (seda teñida, en árabe), anticipa la mezcla cultural que define su historia. La etapa andalusí dejó una profunda huella en su configuración urbana, con calles estrechas, casas encaladas, tejados de teja roja y estructuras como el aljibe árabe o la Casa de los Diezmos, también conocida como Casa de la Reina Mora.
Formando parte de la Ruta Mudéjar de la Axarquía, Canillas de Aceituno conserva un rico patrimonio arquitectónico que incluye la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario y San León Magno, de estilo gótico-mudéjar, y la Casa Esgrafiada, decorada con motivos moriscos y una imponente torre-mirador. Su trazado urbano se completa con algorfas, pasadizos y calles como la de Agua o Calleja, que refuerzan la atmósfera de un pueblo detenido en el tiempo.
Naturaleza imponente y senderos inolvidables
A los pies de La Maroma, el pico más alto de la provincia con 2.065 metros, se despliega un entorno natural que forma parte del Parque Natural de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. La posición privilegiada del pueblo convierte a Canillas de Aceituno en un punto de partida idóneo para disfrutar del turismo activo y del senderismo.
Entre las rutas más emblemáticas destaca El Saltillo, un sendero de vértigo que atraviesa barrancos mediante pasarelas colgantes que ofrecen vistas impactantes del paisaje montañoso. La red de caminos que rodea el municipio permite recorrer antiguos trayectos usados por arrieros y comerciantes, y explorar enclaves desde los que se divisa tanto la Axarquía como la costa oriental de Málaga.
Chivo al horno y morcilla canillera: gastronomía con identidad
La cocina de Canillas de Aceituno ha trascendido el ámbito local gracias a uno de sus platos más emblemáticos: el chivo al horno, considerado una delicadeza por chefs y expertos gastronómicos. Su preparación, ligada a la tradición serrana, representa el sabor más puro de la tierra.
Otro producto destacado es la morcilla canillera, elaborada con cebolla, junto a recetas típicas como las gachas puercas, el potaje de hinojos o las migas con sardinas. En el apartado dulce, los roscos tontos y las tortas de aceite completan una oferta culinaria que se marida con vinos moscateles locales y el omnipresente aceite de oliva.
Un pueblo que celebra su esencia
La agenda festiva de Canillas de Aceituno está marcada por celebraciones que reflejan su carácter. La Fiesta de la Morcilla, en abril, une gastronomía y tradición en un evento que reúne a vecinos y visitantes. También destacan la Romería de San Isidro, en mayo, y la Feria en honor a Nuestra Señora de la Cabeza, en agosto, con procesiones, música y bailes que recorren las estrechas calles del pueblo.
Durante estas festividades, Canillas de Aceituno se transforma, y la magia que lo caracteriza se intensifica en cada rincón, desde las plazas engalanadas hasta los altares decorados con flores y luces.
El alma del pueblo está en sus calles
Lo que realmente distingue a Canillas de Aceituno es su paisaje urbano, que parece abrazar a quienes lo recorren sin prisa. Las fachadas blancas, los balcones cargados de macetas, el murmullo del agua en las fuentes y el perfume de jazmines crean una atmósfera envolvente que permanece en la memoria.
La decoración floral no es solo una muestra estética, sino parte esencial de su arquitectura, convertida en un jardín vivo. La Plazuela de cal y flores o el Mirador Pedras de Rome son ejemplos del mimo con el que los vecinos cuidan cada detalle de este entorno único.
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