Son muchos los que han crecido viendo en televisión las aventuras de Astérix y Obélix, ese pequeño y gran galo que luchaba contra el Imperio Romano, especialmente contra Julio César. Era concretamente Obélix el que iba siempre portando una gran roca debido a su también gran fuerza por su caída al caldero mágico de pequeño que le otorgó ese poder para la posteridad. Es esa gran roca, al menos una muy parecida, la que se puede encontrar una ruta de senderismo increíble en el entorno de El Chorro.

Desde el inicio de la travesía, por el entorno de la Encantada, muy cerca de Ardales, nos sumergimos en una experiencia diferente, caminando por una trialera que serpentea hasta el río Granaos. La primera prueba se presenta en las orillas del río, donde existe alguna que otra dificultad para atravesar las aguas del río –ojo con elegir un día donde las temperaturas no sean muy bajas–. Entre saltos y equilibrios, el senderista se enfrenta a este primer desafío, anticipando que esta travesía reserva sus mayores tesoros tras los obstáculos.

La piedra de Obélix, majestuosa y desafiante, se erige como el siguiente punto de interés de esta ruta que esconde mucho más, pero que marca un buen lugar para tomar alguna fotografía y recordar algún episodio realmente característico de la serie o sus tebeos. Desde aquí se inicia el ascenso hacia la imponente Torre del Moro. Sin embargo, se advierte que hay una bajada peligrosa por el sector de la cantera.

Aquí retomamos la vereda, ahora bautizada como la Vereda del Morisco, guiándonos hacia el oteadero del Caminito del Rey, donde el zig-zag del camino revela la ingeniería ancestral de un murete que contenía las aguas tiempo atrás. En este punto se pueden contemplar algunas otras piedras con formas especialmente raras que invita a pararse echar un ojo a cada detalle. Al finalizar la vereda, la ruta continúa siguiendo los hitos hacia el comedero de aves rapaces, donde un vallado marca el inicio de una ascensión por el carril hasta llegar a las increíbles ruinas de Bobastro, flanqueados por la carretera durante unos 100 metros. En este punto decirle tiempo a contemplar todas las ruinas.

La caminata retorna a la naturaleza en su estado más puro, llevándonos por un camino donde se acumulan piedras, sorteando destrepes caminando por encima de la Casa Ginés, una reliquia que desafía también el paso del tiempo. La delgada línea de escaleras excavadas en la roca nos conduce con precaución, pues este punto crítico exige atención, hacia unas vistas magníficas y la oportunidad de inmortalizar la grandeza de la Casa Ginés desde arriba, todo un festín visual, aunque el riesgo de desprendimientos dentro exige prudencia.

Descendemos por el carril, adentrándonos en la zona donde un riachuelo se divide, guiándonos por un estrecho y encajonado sendero que cautiva con su belleza singular. La ruta culmina en el punto de partida, dejando a los amantes del senderismo con el regusto de haber explorado un rincón único, donde la naturaleza y la historia se entrelazan en una danza inolvidable.