130 aniversario de la Calle Larios

  • La calle Larios, emblema fundamental de Málaga, primera carta de presentación de la ciudad y escenario de todos sus grandes rituales, celebra este viernes los 130 años de su inauguración

Todo el mundo en una calle

La calle Larios, en una imagen actual. La calle Larios, en una imagen actual.

La calle Larios, en una imagen actual. / Marilú Báez

Escrito por

· Pablo Bujalance

Redactor

En gran medida, la calle Larios representa en Málaga lo más parecido a un agujero negro en el cosmos: nada puede escapar a su atracción. Todo lo que tiene que ver con la ciudad a nivel identitario sucede aquí: la Semana Santa, la Feria, el Festival de Cine, el multitudinario alumbrado navideño y hasta la Pasarela Moda que adopta cada año su nombre hacen de esta vía su más preciado escaparate. Se trata, sin remedio, de la primera calle que le viene a cualquiera a la cabeza cuando de Málaga se trata, la que mejor define su esencia, su aspiración y, al menos hasta cierto punto, su historia. En su extensión peatonal, a lo largo de sus 350 metros de franquicias, vanidades y muchedumbres, la calle Larios se exhibe cada día como una de las hermosas de España. También, de paso, como una de las más caras: consagrada como objeto de deseo para los operadores comerciales de la primera división, y ya sin apenas residentes en sus edificios, el precio mensual de los alquileres ascendía en 2019, antes de la crisis del coronavirus, a 240 euros por metro cuadrado, un 17% más que el año anterior. En la calle Larios cualquier paseante es susceptible de encontrar prácticamente cualquier cosa y a cualquier personaje, en un espectro que abarca lo más divino y lo más humano a la medida del festín barroco ideal. Pero esta calle ha sido antes otras muchas calles, ha escrito su propia historia, ha vivido una evolución en ocasiones vertiginosa, ha afrontado catástrofes e inundaciones y, también, ha tenido otros nombres. De hecho, aunque parezca mentira, hubo un tiempo en que la calle Larios no existía en Málaga. Hoy viernes, esta vía rumbosa, el mayor frente europeísta de la ciudad, celebra los 130 años de su inauguración, lo que se traduce en el aniversario de una de las intervenciones urbanísticas fundamentales para la definición actual de Málaga.

Una imagen de la calle Larios en torno a los años 40. Una imagen de la calle Larios en torno a los años 40.

Una imagen de la calle Larios en torno a los años 40. / CTI / UMA

Fue a finales de la década de 1870 cuando el Ayuntamiento decidió mover ficha para crear una conexión sin la que hoy sería imposible pensar Málaga: la que habría de unir el centro de la ciudad con el Puerto. El ingeniero José María de Sancha firmó el trazado, que en un principio corría en paralelo al actual por la plaza del Obispo y que fue posteriormente modificado hasta su emplazamiento definitivo con la intervención de Manuel Rivera. En 1880, el Ayuntamiento que gobernaba Alarcón Luján hizo públicas las bases para la creación de una sociedad anónima que promoviera la construcción de la calle con un capital de un millón de pesetas, distribuido en acciones que compró en su mayoría la familia Larios. Se repetía así en Málaga una tónica que venía siendo habitual en Europa desde mediados del XIX, por la que los empresarios más respetados influían de manera directa en el desarrollo de los trazados urbanos a tenor de sus propios intereses comerciales y con una clara intención de control social. De hecho, el palacio familiar de los Larios daba entonces a la misma calle, para la que pronto quedó garantizado el nombre de Marqués de Larios. A día de hoy conviene interpretar esta jugada, eso sí, en términos de modernidad: por primera vez Málaga se reinventaba según el criterio urbano predominante en Europa, mediante una estructura que vinculaba la vida social y la actividad mercantil. Contribuyó a la cuestión la edificación de las doce manzanas diseñadas por Eduardo Strachan con su carácter austero y elegante, inspirado en la revisión de los cánones arquitectónicos europeos que justo entonces estaba teniendo lugar en las principales ciudades de EEUU. La inauguración, con la correspondiente bendición del obispo Marcelo Spínola, tuvo lugar el 27 de agosto de 1891, aunque la conocida escultura del Marqués de Larios que preside el acceso a la vía no se erigió, como signo de agradecimiento municipal, hasta 1899.

Procesión del Resucitado en la Semana Santa de 1926. Procesión del Resucitado en la Semana Santa de 1926.

Procesión del Resucitado en la Semana Santa de 1926. / Archivo Bienvenido - Arenas / CTI / UMA

Bajo el criterio preciso de la familia Larios, la calle se convirtió de inmediato en centro de recreo de la burguesía malagueña, que trasladó aquí sus residencias, sus comercios, sus hoteles y cafés y también las sedes de instituciones como el Liceo, el Círculo Mercantil y el Círculo Conservador. La impronta burguesa perduró hasta la proclamación de la Segunda República en 1931, cuando la calle pasó a denominarse 14 de abril. Ya el mismo año, la escultura del Marqués de Larios fue arrojada al mar y sustituida por la Alegoría del Trabajo que se sitúa actualmente a la espalda del monumento, recuperado y restaurado en 1951. Precisamente, a partir de los años 50 el uso residencial y recreativo de la calle comenzó a decaer con la llegada de oficinas y entidades bancarias, aunque nunca se perdió su naturaleza comercial. Eso sí, la consagración de la calle Larios como estandarte vital de Málaga, su escenario más visible, estaba ya más que asentada.

Uno de los episodios fundamentales en la historia de la calle Larios llegó en 2002 con su peatonalización. Si bien hasta entonces habían convivido el tráfico rodado y el tránsito peatonal, la decisión municipal de cerrar el paso al primero entrañó una revolución que cambió para siempre no solo la fisonomía de la calle y el centro histórico, sino la misma identidad de Málaga como ciudad turística. La inauguración de la peatonalización, el 14 de diciembre de aquel año, se vivió como una verdadera fiesta, tal y como evocaba diez años después, en 2012, el arquitecto Iñaki Pérez de la Fuente, uno de los responsables de la actuación: “Fue un proyecto que supo conjuntar las ilusiones y los deseos de una comunidad y eso se vio luego el día de la inauguración; pensábamos que sería un acto normal, pero desde el arranque de la calle hasta la Plaza de la Constitución tardamos unos veinte minutos, porque no se podía pasar”. El nuevo espacio conquistado despedía para siempre el tradicional aparcamiento en doble fila de la calle Larios, pero no todo el mundo dio la bienvenida. Entre los comerciantes de la zona cundió el recelo ante la posibilidad de que el cierre al tráfico espantara a la clientela; y lo cierto es que, aunque los motivos fueron finalmente otros, tal preocupación no era desacertada.

Inundaciones en 1907. Inundaciones en 1907.

Inundaciones en 1907. / Archivo Histórico Provincial de Málaga / Fondo Cónsul L. Agel

La peatonalización de la calle Larios multiplicó los precios del alquiler de locales hasta los valores antes anotados, correspondientes a la quinta calle más cara de España. Lo que prometía ser el esplendor de unos pasó por la imposibilidad de mantener sus viejos negocios para otros, con la consecuente e implacable extinción de los comercios tradicionales en una tendencia agudizada a partir de 2014, con la desaparición de los alquileres de renta antigua. Tras el cierre reciente de algunos de los últimos locales emblemáticos, apenas resisten los de la histórica Farmacia Mata y la heladería Casa Mira. El futuro inmediato pasa por la explotación hotelera, con el ejemplo frontal del antiguo edificio de la Equitativa como inminente ejemplo y otros equipamientos trazados para el futuro en la misma vía. Málaga seguirá teniendo, en cualquier caso, su mejor espejo y su más fidedigna contradicción. Así que feliz cumpleaños.

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