Los Asperones, un ejemplo de la pobreza de la que alerta la ONU
El relator sobre la Extrema Pobreza y su equipo llevan meses informándose sobre la situación de la barriada malagueña
Málaga/Para Philip Alston hay dos Españas de la misma forma que para Francisco Marín dos Málagas. El primero es el relator para la Extrema Pobreza de la ONU y el segundo, un joven de 24 años vecino de la barriada de Los Asperones. Ambos se conocieron el pasado viernes, minutos antes de que el australiano empujara al país frente a su propia realidad. Después de diez días de periplo, constató que España “debería mirarse de cerca al espejo” porque “lo que verá no es lo que desearía la mayoría de españoles ni lo que muchos responsables políticos tenían planeado: una pobreza generalizada”. Marín lleva viviéndolo en primera persona toda su vida.
En las conclusiones preliminares del relator no hay mención a la barriada malagueña pero la realidad que se vive a las afueras de la capital de la Costa del Sol ha sido estudiada por Alston y su equipo durante varios meses. Cristóbal Ruiz, profesor de Pedagogía Social de la UMA, y Jesús Juárez, trabajador social en el María de la O, el colegio de la zona, llevan semanas intercambiando correos con la delegación de la ONU, proporcionando información detallada y testimonios de la situación en Los Asperones.
La comunicación traspasó la barrera de lo virtual el pasado viernes cuando, minutos antes de la mediática rueda de prensa en Madrid, el relator los recibió. “Fue breve, entre entrevista y entrevista. Nos dijo que había leído mucho sobre la barriada, que sabía que era una situación muy dolorosa y que no entendía cómo los políticos no daban una respuesta”, cuenta Juárez.
Esas escasas palabras fueron un halo de luz para los tres malagueños, que conocen de primera mano cuál es la realidad de Los Asperones, una zona que nació en 1987 en los extramuros de la ciudad, entre el cementerio, varios desguaces, el depósito municipal de vehículos y las vías del metro, para erradicar el chabolismo. Entonces, vivían 140 familias, en su gran mayoría de etnia gitana, provenientes del Puente de Los Morenos, calle Castilla y la Estación del Perro.
Según un estudio publicado por la UMA, ahora son más de 295, con una media de edad de 26 años y un 92,3% de paro, sin alumbrado público, infraestructuras ni saneamiento. En los Asperones no hay calles asfaltadas ni papeleras, tampoco soluciones por parte de las administraciones. Es la representación fija de las palabras del relator al hablar de “vecindarios de pobreza concentrada donde las familias crían niños con una grave escasez de servicios estatales, clínicas de salud, centros de empleo, seguridad, carreteras asfaltadas o incluso suministro eléctrico legal”.
“Mientras le oía pensaba que por fin alguien nos estaba escucha. Hablamos constantemente con gente a la que no le importan los pobres. El alcalde pasa de nosotros, la Junta de Andalucía pasa de nosotros, Pablo Iglesias pasa de nosotros. Pero ahora podemos decirles a todos que este cuento no es solo nuestro, que es la ONU quien lo dice. Es una herramienta para empoderarnos” , cuenta el trabajador social.
La sensación fue unánime y la esperanza se prendió: “Es importante que la ONU ponga luz y haga visibles realidades invisibles: la de los migrantes, la de los sintechos, a la las personas mayores solas, gente que normalmente no ocupa grandes titulares”, añade Ruiz.
El pasado mes de enero, el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, requirió al Ayuntamiento de Málaga y a la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de la Junta de Andalucía información sobre las actuaciones comprometidas. Hace más de tres año que el Consistorio y la Administración autonómica se comprometieron a reunirse e iniciar el desmantelamiento de la barriada.
“Como malagueño, me da vergüenza tener los mejores museos al lado de barrios como Los Asperones; como profesor, me da pena ver a niños que no pueden ni jugar en la calle y como como persona, es insostenible”, resume Juárez. “Como el relator narró, en España hay situaciones que los propios españoles no reconocerían, pero te aseguro que Francisco tampoco reconoce como suya la cuidad de los museos en la que vive, porque no ha ido a uno en su vida, porque no tiene la capacidad”.
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